Tiempo litúrgico: I Semana del Tiempo Ordinario
Celebración: Viernes de la I Semana del Tiempo Ordinario, o por la Paz
Tipo de misa: Feria
Ornamentos: Blanco
Limitaciones: Se permiten Misas rituales, votivas y por diversas necesidades, exequial, aniversario de muerte, noticia de muerte o sepultura y cotidiana de difuntos.
Jornadas y colectas: No
Calendarios: Valencia: San Juan de Ribera, obispo (F). Orihuela-Alicante: (MO). Orden Premonstratense: San Godefrido, religioso (MO). Cartujos: Beato Odón, monje (ML). OFM Conv.: Beato Odorico de Pordenone, presbítero (ML). Redentoristas: Beato Pedro Donders, presbítero (ML).
En el nombre del Padre, ✠ y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Todos se santiguan.
R/. AménEl Señor esté con vosotros.
O bien:
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre, y la comunión del Espíritu Santo estén con todos vosotros.
R/. Y con tu espíritu.ANTÍFONA DE ENTRADA Cf. Eclo 36, 15-16
Señor, da la paz a los que esperan en ti, escucha las súplicas de tus siervos y llévanos por el camino de la justicia.
ACTO PENITENCIAL
Hermanos: Para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Llevando la mano al pecho, dicen:
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios nuestro Señor.
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.
KYRIE
Señor ten piedad.
R/. Señor ten piedad.Cristo ten piedad.
R/. Cristo ten piedad.Señor ten piedad.
R/. Señor ten piedad.O bien:
Tú que has enviado a sanar los corazones afligidos: Señor ten piedad.
R/. Señor ten piedad.Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo ten piedad.
R/. Cristo ten piedad.Tú que estás sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros: Señor ten piedad.
R/. Señor ten piedad.ORACIÓN COLECTA
Oh, Dios, que manifestaste que serán llamados hijos tuyos los amantes de la paz, concédenos instaurar sin descanso aquella justicia que puede garantizar una paz firme y verdadera. Por nuestro Señor Jesucristo.
R/. Amén.
Sentados.
PRIMERA LECTURA 1 Sam 8, 4-7. 10-22a
Lectura del primer libro de Samuel.
En aquellos días, se reunieron todos los ancianos de Israel y fueron a Ramá, donde estaba Samuel.
Le dijeron:
«Tú eres ya un anciano, y tus hijos no siguen tus caminos. Nómbranos, por tanto, un rey, para que nos gobierne, corno se hace en todas las naciones».
A Samuel le pareció mal que hubieran dicho:
«Danos un rey para que nos gobierne».
Y oró al Señor.
El Señor dijo a Samuel:
«Escucha la voz del pueblo en todo cuanto te digan. No es a ti a quien rechazan, sino a mí, para que no reine sobre ellos».
Samuel transmitió todas las palabras del Señor al pueblo que le había pedido un rey.
Samuel explicó:
«Este es el derecho del rey que reinará sobre vosotros: se llevará a vuestros hijos los para destinarlos a su carroza y a su caballería, y correrán delante de su carroza. Los destinará a ser jefes de mil o jefes de cincuenta, a arar su labrantío y segar su mies, a fabricar sus armas de guerra y los pertrechos de sus carros. Tomará a vuestras hijas para perfumistas, cocineras y panaderas. Se apoderará de vuestros mejores campos, viñas y olivares, para dárselos a sus servidores. Cobrará el diezmo de vuestros olivares y viñas, para dárselo a sus eunucos y servidores. Se llevará a vuestros mejores servidores, siervas y jóvenes, así como a vuestros asnos, para emplearlos en sus trabajos. Cobrará el diezmo de vuestro ganado menor, y vosotros os convertiréis en esclavos suyos. Aquel día os quejaréis a causa del rey que os habéis escogido: Pero el Señor no os responderá».
El pueblo se negó a hacer caso a Samuel y contestó:
«No importa. Queremos que haya un rey sobre nosotros. Así seremos como todos los otros pueblos. Nuestro rey nos gobernará, irá al frente y conducirá nuestras guerras».
Samuel oyó todas las palabras del pueblo y las transmitió a oídos del Señor.
El Señor dijo a Samuel:
«Escucha su voz y nómbrales un rey».
Palabra de Dios.
R/. Te alabamos, Señor.SALMO RESPONSORIAL Sal 88, 16-17. 18-19 (R.: cf. 2a)
R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: caminará, oh, Señor, a la luz de tu rostro; tu nombre es su gozo cada día, tu justicia es su orgullo.
R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.Porque tú eres su honor y su fuerza, y con tu favor realzas nuestro poder. Porque el Señor es nuestro escudo y el Santo de Israel nuestro rey.
R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.ALELUYA Lc 7, 16
En pie.
R/. Aleluya, Aleluya.Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.
R/. Aleluya, Aleluya.SANTO EVANGELIO Mc 2, 1-12
Purifica mi corazón y mis labios, Dios todopoderoso, para que anuncie dignamente tu Evangelio.
El Señor esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.Lectura del ✠
Cuando a los pocos días entró Jesús en Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Y les proponía la palabra. Y vinieron trayéndole un paralítico llevado entre cuatro y, como no podían presentárselo por el gentío, levantaron la techumbre encima de donde él estaba, abrieron un boquete y descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados». Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: «¿Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo uno, Dios?». Jesús se dio cuenta enseguida de lo que pensaban y les dijo: «¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados” o decir: “Levántate, coge la camilla y echa a andar”? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados -dice al paralítico-: “Te digo: levántate, coge tu camilla y vete a tu casa”». Se levantó, cogió inmediatamente la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto una cosa igual».
Palabra del Señor.
R/. Gloria a Ti, Señor Jesús.Que las palabras del Evangelio borren nuestros pecados.
PROPUESTA PARA ORACIÓN DE LOS FIELES
A Dios Padre, fuente y origen de todo bien, elevemos hoy nuestras súplicas confiadas, en nombre de Jesucristo, el Príncipe de la paz.
- Por la Iglesia, para que sea, cada vez más, un vivo testimonio de paz y justicia, para que todos los hombres se animen con una nueva esperanza. Oremos.
- Por los cristianos, para que trabajemos sin desfallecer por establecer en el mundo cauces de justicia, cuyo fruto es la paz. Oremos.
- Por los gobiernos de las naciones, para que crezcan en solidaridad y justicia, olviden los recelos y fomenten la mutua confianza, depongan las armas y trabajen por el diálogo y la paz. Oremos.
- Por los que son víctimas de las injusticias, las guerras, el terrorismo y toda clase de violencia, para que, instaurada la paz, puedan recuperar una vida acorde con la dignidad de toda persona. Oremos.
- Por nosotros, congregados alrededor del altar, para que, por nuestra convivencia fraterna, seamos en nuestro entorno testigos de la verdadera paz y justicia que nos brinda el Evangelio y que solo Cristo nos puede dar. Oremos.
Concédenos, oh, Dios, que en todos los pueblos de la tierra se instaure el reino de justicia y de paz de tu Hijo. Él, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
Sentados.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
El sacerdote se acerca al altar, toma la patena con el pan y, manteniéndola un poco elevada sobre el altar, dice en secreto:
Bendito seas, Señor, Dios del Universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos: él será para nosotros pan de vida.
R/. Bendito seas, por siempre, Señor.El diácono, o el sacerdote, echa vino y un poco de agua en el cáliz, diciendo en secreto:
El agua unida al vino sea signo de nuestra participación en la vida divina de quien ha querido compartir nuestra condición humana.
Después el sacerdote toma el cáliz y, manteniéndolo un poco elevado sobre el altar, dice en secreto:
Bendito seas, Señor, Dios del Universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos: él será para nosotros bebida de salvación.
R/. Bendito seas, por siempre, Señor.A continuación, el sacerdote, inclinado, dice en secreto:
Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro.
Luego el sacerdote, de pie a un lado del altar, se lava las manos, diciendo en secreto:
Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.
Orad, hermanos, para que este sacrificio mío y vuestro, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
En pie.
R/. El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, que el sacrificio salvador de tu Hijo, Rey pacífico, ofrecido bajo estos signos sacramentales que significan la paz y la unidad, sirva para fortalecer la concordia entre todos tus hijos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
PLEGARIA EUCARÍSTICA
(Si se va a decir la PE IV, avanzar hasta la misma)
El Señor esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.Levantemos el corazón
R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor.Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R/. Es justo y necesario.En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor; pero más que nunca exaltarte en este tiempo glorioso en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Porque él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo; muriendo destruyó nuestra muerte, y resucitando restauró la vida.
Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría, y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan el himno de tu gloria diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
El sacerdote con las manos extendidas dice:
Padre misericordioso te pedimos humildemente por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que aceptes y bendigas estos ✠ dones, este sacrificio santo y puro que te ofrecemos, ante todo por tu Iglesia santa y católica, para que le concedas la paz, la protejas, la congregues en la unidad y la gobiernes en el mundo entero, con tu servidor el Papa [N.], con nuestro Obispo [N.], y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad, promueven la fe católica y apostólica.
Acuérdate Señor, de tus hijos [N.] y [N.]
Puede decir los nombres de aquellos por quienes tiene intención de orar u ofrecer la Santa Misa.
y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien conoces; por ellos y todos los suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan, te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza a ti, eterno Dios, vivo y verdadero.
Reunidos en comunión con toda la Iglesia, veneramos la memoria, ante todo de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de
Jesucristo, nuestro Dios y Señor; la de su esposo, San José, la de los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés,
[Santiago y Juan, Tomás, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián,]
y la de todos los santos; por sus méritos y oraciones concédenos en todo tu protección.
Por Cristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos.
Por Cristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
El sacerdote extiende las manos sobre la ofrenda.
Bendice y santifica, oh Padre, esta ofrenda, haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti, de manera que sea para nosotros Cuerpo y Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor.
El cual, la víspera de su Pasión, tomó pan en sus santas y venerables manos, y, elevando los ojos, hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo, lo partió, y lo dio a sus discípulos, diciendo:
TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL, PORQUE ESTO ES MI CUERPO, QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos, dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos diciendo:
TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL, PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE, SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA, QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS Y POR MUCHOS PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS. HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.
V/. Éste es el Sacramento de nuestra fe.
De pie.
R/. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
El sacerdote, con las manos extendidas, dice:
Por eso, Padre, nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor; de su santa resurrección del lugar de los muertos y de su admirable ascensión a los cielos, te ofrecemos, Dios de gloria y majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo: pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación.
Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel, el sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec.
Inclinado, con las manos juntas, prosigue:
Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del cielo, por manos de tu ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia y bendición.
Por Cristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
Conmemoración de los difuntos:
Acuérdate también, Señor, de tus hijos [N.] y [N.], que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz.
A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz.
Por Cristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos, que confiarnos en tu infinita misericordia, admítenos en la asamblea de los santos apóstoles y mártires Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé,
[Ignacio, Alejandro, Marcelino y Pedro, Felicidad y Perpetua, Águeda, Lucía, Inés, Cecilia, Anastasia,]
y de todos los santos; y acéptanos en su compañía, no por nuestros méritos, sino conforme a tu bondad.
Por Cristo, Señor nuestro, por quien sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros.
V/. Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
El sacerdote extiende las manos sobre la ofrenda.
Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad; por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu, Espíritu, de manera que se conviertan para nosotros en Cuerpo y ✠ Sangre de Jesucristo, nuestro Señor. El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote gracias lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL, PORQUE ESTO ES MI CUERPO, QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos, diciendo:
TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL, PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE, SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA, QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS Y POR MUCHOS PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS. HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.
V/. Éste es el Sacramento de nuestra fe.
De pie.
R/. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
Así pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.
Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra; y con el Papa [N.], con nuestro Obispo [N.], y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.
Acuérdate también de nuestros hermanos que durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro.
Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.
V/. Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
El sacerdote extiende las manos sobre la ofrenda.
Santo eres, en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.
Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que se conviertan para nosotros en Cuerpo y ✠ Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios.
Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL, PORQUE ESTO ES MI CUERPO, QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, dando gracias te bendijo, y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL, PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE, SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA, QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS Y POR MUCHOS PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS. HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.
V/. Éste es el Sacramento de nuestra fe.
De pie.
R/. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de tu Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y los mártires, y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
Te pedimos, Padre, que esta víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa [N.], a nuestro Obispo [N.], al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.
A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
V/. Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
El sacerdote extiende las manos sobre la ofrenda.
Te alabamos, Padre santo, porque eres grande y porque hiciste todas las cosas con sabiduría y amor. A imagen tuya creaste al hombre y le encomendaste el universo entero, para que, sirviéndote sólo a ti, su Creador, dominara todo lo creado.
Y cuando por desobediencia perdió tu amistad, no lo abandonaste al poder de la muerte, sino que, compadecido, tendiste la mano a todos, para que te encuentre el que te busca. Reiteraste, además, tu alianza a los hombres; por los profetas los fuiste llevando con la esperanza de salvación.
Y tanto amaste al mundo, Padre santo, que, al cumplirse la plenitud de los tiempos, nos enviaste como salvador a tu único Hijo. El cual se encarnó por obra del Espíritu Santo, nació de María, la Virgen, y así compartió en todo, nuestra condición humana menos en el pecado; anunció la salvación a los pobres, la liberación a los oprimidos y a los afligidos el consuelo. Para cumplir tus designios, él mismo se entregó a la muerte, y, resucitando, destruyó la muerte y nos dio nueva vida. Y porque no vivamos ya para nosotros mismos, sino para él, que por nosotros murió y resucitó, envió, Padre, al Espíritu Santo como primicia para los creyentes, a fin de santificar todas las cosas, llevando a la plenitud su obra en el mundo.
Por eso, Padre, te rogamos que este mismo Espíritu santifique que estas ofrendas, de manera que se conviertan para nosotros en Cuerpo y ✠ Sangre de Jesucristo, nuestro Señor, y así celebremos el gran misterio que nos dejó como alianza eterna. Porque él mismo, llegada la hora en que había de ser glorificado por ti, Padre santo, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Y, mientras cenaba con sus discípulos, tomó pan, te bendijo, lo partió y se lo dio, diciendo:
TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL, PORQUE ESTO ES MI CUERPO, QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.
Del mismo modo, tomó el cáliz lleno del fruto de la vid, te dio gracias y se lo pasó a sus discípulos, diciendo:
TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL, PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE, SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA, QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS Y POR MUCHOS PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS. HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.
V/. Éste es el Sacramento de nuestra fe.
De pie.
R/. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
Por eso, Padre, al celebrar ahora el memorial de nuestra redención, recordamos la muerte del Cristo y su descenso al lugar de los muertos, proclamamos su resurrección y ascensión a tu derecha; y mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos su Cuerpo y su Sangre, sacrificio agradable a ti y salvación para todo el mundo.
Dirige tu mirada sobre esta Víctima que tú mismo has preparado a tu Iglesia, y concede a cuantos compartimos este pan y este cáliz, que, congregados en un solo cuerpo por el Espíritu Santo, seamos en Cristo víctima viva para alabanza de tu gloria.
Y ahora, Señor, acuérdate de todos aquellos por quienes te ofrecemos este sacrificio: de tu servidor el Papa [N.], de nuestro Obispo [N.], del orden episcopal y de los presbíteros y diáconos, de los oferentes y de los aquí reunidos, de todo tu pueblo santo y de aquellos que te buscan con sincero corazón.
Acuérdate también de los que murieron en la paz de Cristo y de todos los difuntos, cuya fe tú sólo conociste. Padre de bondad, que todos tus hijos nos reunamos en la heredad de tu reino, con María, la Virgen Madre de Dios, con su esposo san José, con los apóstoles y los santos; y allí, junto con toda la creación libre ya del pecado y de la muerte, te glorifiquemos por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
V/. Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
En pie.
Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:
O bien:
Llenos de alegría por ser hijos de Dios, digamos confiadamente la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Líbranos de todos los males, Señor y concédenos la paz en nuestros días, para que ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
R/. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles:
'La paz os dejo, mi paz os doy', no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R/. Amén.La paz del Señor esté siempre con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.Luego, si se estima oportuno, el diácono o el sacerdote añaden: Daos fraternalmente la paz.
El Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para nosotros alimento de vida eterna.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.
Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre no sea para mí un motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.
O bien:
Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal. Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permita que me separe de ti.
Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
R/. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.ANTÍFONA DE COMUNIÓN Mt 5, 9
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Haz, Señor, que recibamos con un corazón limpio el alimento que acabamos de tomar, y que el don que nos haces en esta vida nos aproveche para la eterna.
Oremos.
ORACIÓN PARA DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Señor, tu espíritu de caridad para que, alimentados con el Cuerpo y Sangre de tu Unigénito, fomentemos con eficacia la paz entre todos que él mismo dejó. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
En pie.
El Señor esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.La bendición de Dios todopoderoso, Padre, ✠ Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
R/. Amén.
Podéis ir en paz.
R/. Demos gracias a Dios.Elogios del 15 de enero
1. En la ciudad de Anagni, en el Lacio (hoy Italia), santa Secundina, virgen y mártir (s. inc.).
2. En Constantinopla (Estambul, hoy en Turquía), san Juan Calibita, del que se cuenta que vivió un tiempo en un rincón de la casa paterna y después en una choza (kalyba), completamente dado a la contemplación, pasando desapercibido ante sus propios padres, que en el momento de su muerte sólo le reconocieron por un ejemplar del Evangelio adornado en oro que ellos mismos le habían regalado (s. V).
3*. En el monasterio de Clúain Creedla, en Hibernia (hoy Irlanda), santa Ita, virgen y fundadora del mismo cenobio (570).
4. En la ciudad de Rieti, en la Sabina (hoy Italia), conmemoración de san Probo, obispo, elogiado por el papa san Gregorio I Magno (c. 570).
5. En Glanfeuil, junto al río Loire, en el territorio de Anjou, de la Galia (hoy Francia), san Mauro, abad (s. VI/VII).
6*. En la región de Rodez, también en la Galia (hoy Francia), santa Tarsicia, virgen y mártir (s. VI/VII).
7*. En la aldea de Hamme, en Brabante (hoy Bélgica), san Ableberto o Emeberto, obispo de Cambrai (c. 645).
8*. En la ciudad de Chartres, en Neustria (hoy Francia), san Malardo, obispo (c. 650).
9*. En Val de Non, en la región de Trento (hoy Italia), beato Romedio, anacoreta, quien, después de entregar a la Iglesia todos sus bienes, llevó vida penitente en el lugar que aún lleva su nombre (c. s. VIII).
10. En Lyon, ciudad de la Galia (hoy Francia), muerte de san Bonito, obispo de los arvernios, que era prefecto de Marsella cuando fue elevado al episcopado para ocupar el lugar de su hermano san Avito. Diez años más tarde renunció a la sede, se retiró al monasterio de Manglieu y, después de peregrinar a Roma, al regreso murió en Lyon (c. 710).
11*. En Armo, cerca de Reggio Calabria (hoy Italia), san Arsenio, eremita, célebre por su espíritu de oración y por su austeridad (904)
12*. En el lugar llamado Saint-Gilles, en la región de Provenza (hoy Francia), beato Pedro de Castalnau, presbítero y mártir, que, habiendo ingresado en el monasterio cisterciense de Fontfroide, fue llamado por el papa Inocencio III para que en aquella región anunciara la paz e instruyera sobre la verdadera fe, pero murió herido por una lanza de los herejes (1208).
13*. En Città della Pieve, en la Umbría (hoy Italia), beato Jacobo, apellidado “Limosnero”, que se mostró buen abogado de pobres y oprimidos (c. s. XIII).
14*. En el territorio de Gualdo Tadino, también en la Umbría (hoy Italia), beato Ángel, eremita (1325).
15. En la ciudad de Fu’an, en la provincia de Fujian, en China, san Francisco Fernández de Capillas, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, el cual anunció el nombre de Cristo primero en las Islas Filipinas y después en Fujian, donde, bajo la persecución de los tártaros, fue encarcelado por largo tiempo y finalmente degollado (1648).
16*. En la aldea de Steyl, en los Países Bajos, beato Arnoldo Janssen, presbítero, que, para difundir la fe en las misiones, fundó la Sociedad del Verbo Divino (1909).
17*. En Berlín, en Alemania, beato Nicolás Gross, padre de familia y mártir, que, dedicado a las cuestiones sociales, se enfrentó con un régimen contrario a la dignidad humana y a la religión y, por no querer actuar en contra de los preceptos de Dios, fue encarcelado y ahorcado, obteniendo así la participación en la victoria de Cristo (1945).