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    San Ignacio de Loyola

SAN IGNACIO DE LOYOLA
1491-1556
1. ORACIONES

[Estampa de San Ignacio de Loyola]
  • Festividad: 31 de julio
  • Fundador de la Compañía de Jesús
  • Nacionalidad: española
  • Fecha beatificación: 1609 por el Pablo V
  • Fecha canonización: 22 de marzo de 1622 por Gregorio XV
  • Patrón: jesuitas, casas de retiros, militares, ejercicios espirituales (por el papa Pío XI)


(Fuente: Patron Saints Index)


 ORACIÓN I

¡Glorioso San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús y especial abogado y protector mío!. Ya que tan elevado estáis en el Cielo por haber hecho vuestras obras a mayor honra y gloria de Dios, combatiendo a los enemigos de la Iglesia, defendiendo nuestra santa fe, dilatándola por medio de vuestros hijos por todo el mundo, alcánzame de la divina piedad, por los méritos infinitos de Jesucristo, e intercesión de su gloriosa Madre, entero perdón de mis culpas, auxilio eficaz para amar a Dios y servirle con todo empeño en adelante, firmeza y constancia en el camino de la virtud, y la dicha de morir en su amistad y gracia, para verle, amarle, gozarle y glorificarle en vuestra compañía por todos los siglos. Amén.



 ORACIÓN II

Santísimo padre San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús; escogido entre millares para dilatar la gloria de Dios por los cuatro ángulos del mundo; varón eminentísimo en toda clase de virtudes, pero especialmente en la pureza de intención con que siempre anhelabas la mayor gloria de Dios; héroe insigne de penitencia, humildad y prudencia; infatigable, constante, devotísimo, prodigiosísimo; de caridad excelentísima para con Dios, de vivísima fe y esperanza robustísima; me gozo, amado Padre mío, de verte enriquecido con tantas y tan eminentes prerrogativas, y te suplico alcances a todos tus hijos aquel espíritu que te animaba, y a mí una intención tan recta, que hasta en las menores cosas busque puramente la gloria divina, a imitación tuya, y logre por este medio ser de tu compañía en la gloria. Amén.





SAN IGNACIO DE LOYOLA
1491-1556
2. NOVENA I




[San Ignacio de Loyola. Grabado]

PÁGINAS DE LA NOVENA

> I. Días 1 a 4

II. Días 5 a 9

III. Oraciones finales

   

II. DÍAS 1 | 2 | 3 | 4

 

Por la señal…
Señor mío Jesucristo…

Oración para todos los días. Gloriosísimo Padre y Patriarca San Ignacio, fundador de la Compañía de Jesús y Padre amantísimo: si es para mayor gloria de Dios, honor vuestro y provecho de mi alma que yo consiga la gracia que os pido en esta novena, alcanzadla del Señor; y si no, ordenad mi petición con todos mis pensamientos, palabras y obras a lo que fue siempre el blasón de vuestras heroicas empresas: a mayor gloria de Dios.

 

DÍA PRIMERO

Comenzar con la oración de todos los días.

Jesús mío dulcísimo, que nos revelaste los misterios sagrados de vuestra fe, y por vuestra predicación deseasteis plantarla en los corazones humanos como raíz de todas las buenas obras y de la eterna salvación; os ofrezco los merecimientos de mi glorioso Padre San Ignacio, y singularmente los de su iluminada fe, con la cual creería cuantos misterios están escritos en las santas Escrituras, aunque se perdiesen todos los libros sagrados, y de la cual animado la defendió contra los herejes, la dilató entre los gentiles y la avivó entre los católicos. Os suplico, Padre amantísimo de mi alma, me deis una fe vivísima de vuestros divinos misterios que me ilustre para creerlos y estimarlos como verdadero hijo de la santa Iglesia con fervorosas obras de perfecto cristiano y me concedáis la gracia que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, honor del Santo y bien de mi alma. Amén.

Tres Padrenuestros y Avemarías. Terminar con las oraciones finales.



 

DÍA SEGUNDO

Comenzar con la oración de todos los días.

Jesús mío dulcísimo, que prometisteis a vuestros siervos tendrían en vuestra esperanza todos los tesoros del mundo y nada les faltaría de cuanto esperasen confiados en vuestra liberalidad tan amorosa como infinita: os ofrezco los merecimientos de mi glorioso Padre San Ignacio, y singularmente aquella firmísima esperanza que le sirvió de tesoro inagotable en su pobreza, de áncora segura en las tormentas de tantas persecuciones, y de una gloria anticipada entre los riesgos de esta miserable vida. Os suplico, Padre amantísimo de mi alma, me concedáis una esperanza segura de salvarme, afianzada en las buenas obras hechas con vuestra gracia y revestidas de vuestros méritos y promesas; y también de conseguir los bienes de esta vida conducentes a mi eterna salvación y proporcionados a mi estado, y la gracia que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, honor vuestro y provecho de mi alma. Amén.

Tres Padrenuestros y Avemarías. Terminar con las oraciones finales.



 

DÍA TERCERO

Comenzar con la oración de todos los días.

Jesús mío dulcísimo, que tanto deseasteis el amor de vuestras criaturas que nos intimasteis como máximo y principal precepto amar a nuestro Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas: os ofrezco los merecimientos de mi glorioso Padre San Ignacio, y singularmente aquel inflamadísimo amor con el cual, abrasado en un serafín humano, respiraba sólo llamas de amor divino, refiriendo todas sus palabras y pensamientos a la mayor gloria de Dios y deseando por premio de su amor más y más amor, posponiendo la certeza de su eterna felicidad a la gloria de servir a Dios. Os suplico, Padre amantísimo de mi alma, me concedáis una centella de ese fuego sagrado de mi seráfico Padre San Ignacio, y la gracia que os pido en esta novena a mayor gloria de Dios, honor del Santo y provecho de mi alma. Amén.

Tres Padrenuestros y Avemarías. Terminar con las oraciones finales.



 

DÍA CUARTO

Comenzar con la oración de todos los días.

Jesús mío dulcísimo, que nos recomendasteis la caridad y el amor a los prójimos como el distintivo y señal de vuestra escuela, diciendo que en esto se habían de conocer vuestros discípulos: os ofrezco los merecimientos de mi glorioso Padre San Ignacio, y singularmente aquella ardentísima caridad con que deseaba encender en el fuego del divino amor a todos los hombres del mundo, y con que hizo y padeció tanto por su eterna salvación y por asistirlos en todos sus trabajos. Os suplico, Padre amantísimo de mi alma, me concedáis una caridad inflamada, con la cual, a imitación de mi Padre San Ignacio, trabaje continuamente en el bien y salvación de mis prójimos con mis palabras y ejemplos, y con cuanto necesitaren de mi caritativa asistencia, y la gracia que os pido en esta novena a mayor gloria de Dios, honor del Santo y bien de mi alma. Amén.

Tres Padrenuestros y Avemarías. Terminar con las oraciones finales.



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