Esquema para el examen de conciencia

Cuando se hace el examen de conciencia antes del Sacramento de la Penitencia, conviene que cada uno ante todo, se pregunte sobre lo siguiente:

a. ¿Voy al Sacramento de la Penitencia con sincero deseo de purificación, conversión, renovación de vida y amistad más profunda con Dios, o, por el contrario, lo considero como una carga que se ha de recibir las menos veces posibles?

b. ¿Me olvidé o callé voluntariamente algún pecado grave en las confesiones anteriores?

c. ¿Cumplí la penitencia que me fue impuesta? ¿Reparé las injusticias que acaso cometí? ¿Me esforcé en llevar a la práctica los propósitos de enmendar la vida según el Evangelio?

Cada uno debe someter su vida a examen, a la luz de la palabra de Dios.

Dice el Señor:

«Amarás a tu Dios con todo el corazón»

1.-¿Tiende mi corazón a Dios de manera que en verdad lo ame sobre todas las cosas en el cumplimiento fiel de sus mandamientos, como ama un hijo a su padre, o, por el contrario, vivo obsesionado por las cosas temporales?

2.- Obro en mis cosas con recta intención?

3.- ¿Es firme mi fe en Dios, que nos habló por medio de su Hijo?

4.- ¿Me adhiero firmemente a la doctrina de la Iglesia?

5.- ¿Tengo interés en mi instrucción cristiana escuchando la Palabra de Dios, participando en la catequesis, evitando cuanto pudiera dañar mi fe?

6.- ¿He profesado siempre, con vigor y sin temores mi fe en Dios.

7.- ¿He manifestado mi condición de cristiano en la vida pública y privada?

8.- ¿He rezado mañana y noche?

9.- ¿Mi oración es una auténtica conversación de mente y corazón con Dios o un puro rito exterior?

10.- ¿He ofrecido a Dios mis trabajos, dolores y gozos?

11.- ¿Recurro a él en mis tentaciones?

12.- ¿Tengo reverencia y amor hacia el nombre de Dios o le ofendo con blasfemia, falsos juramentos o usando su nombre en vano?

13.- ¿Me he conducido irreverentemente con la Virgen Maria y los santos?

14.- ¿Guardo los domingos y días de fiesta de la Iglesia participando activa, atenta y piadosamente en la celebración litúrgica, y especialmente en la misa? 15.- ¿He cumplido el precepto anual de la confesión y de la comunión pascual?

16.- ¿Tengo, quizá, otros «dioses», es decir: cosas por las que me preocupo y en las que confío más que en Dios, como son las riquezas, las supersticiones, el espiritismo o cualquier forma de inútil magia?

II Dice el Señor: «Amaos los unos a los otros

como yo os he amado»

17.- ¿Tengo auténtico amor a mi prójimo o abuso de mis hermanos utilizándolos para mis fines o comportándome con ellos como no quisiera que se comportasen conmigo?

18.- ¿He escandalizado gravemente a los demás con palabras o con acciones?

19.- ¿He contribuido, en el seno de mi familia, al bien y a la alegría de los demás con mi paciencia y verdadero amor?

20.- ¿Han sido los hijos obedientes a sus padres, prestándoles respeto y ayuda en sus necesidades espirituales y temporales?

21.- ¿Se preocupan los padres de educar cristianamente a sus hijos, ayudándoles con el ejemplo y con la paterna autoridad?

22.- ¿Son los cónyuges fieles entre sí en el corazón y en la vida?

23.-¿Comparto mis bienes con quienes son más pobres que yo?

24.- ¿Defiendo en lo que puedo a los oprimidos, ayudo a los que viven en la miseria, estoy junto a los débiles?

25.- ¿O, por el contrario, he despreciado a mis prójimos, sobre todo a los pobres, débiles, ancianos, extranjeros y hombres de otras razas?

26.- ¿Realizo en mi vida la misión que acepté en mi Confirmación? 27.- ¿Participo en las obras de apostolado y caridad de la Iglesia y en la vida de mi parroquia?

28.- ¿He tratado de remediar las necesidades de la Iglesia y del mundo?

29.- ¿He orado por ellas, especialmente por la unidad de la Iglesia, la evangelización de los pueblos, la realización de la paz y la justicia?

30.- ¿Me preocupo por el bien y la prosperidad de la comunidad humana en la que vivo o me paso la vida preocupado tan sólo de mí mismo?

31.- ¿Participo, según mis posibilidades, en la promoción de la justicia, la honestidad de las costumbres, la concordia y la caridad en este mundo?

32.- ¿He cumplido con mis deberes cívicos?

33.- ¿He pagado mis tributos?

34.- ¿En mi trabajo o empleo soy justo, laborioso, honesto, prestando con amor mi servicio a la sociedad?

35.- ¿He dado a mis obreros o sirvientes el salario justo?

36.- ¿He cumplido mis promesas y contrato?

37.- ¿He prestado a las legítimas autoridades la obediencia y respeto debidos?

38.- Si tengo algún cargo o ejerzo alguna autoridad ¿los uso para mi utilidad personal o para el bien de los demás, en espíritu de servicio?

39.- ¿He mantenido la verdad y la fidelidad o he perjudicado a alguien con palabras falsas, con calumnias, mentiras o violación de algún secreto?

40.- ¿He producido algún daño a la vida, la integridad física, la fama, el honor o los bienes de otros?

41.- ¿He procurado o inducido al aborto?

42.- ¿He odiado a alguien?

43.- ¿Me siento separado de alguien por riñas, injurias, ofensas o enemistades?

44.- ¿He rehusado por egoísmo, presentarme como testigo de la inocencia de alguien?

45.- ¿He robado o deseado injusta o desordenadamente cosas de otros o les he causado algún daño? ¿He restituido lo robado y he reparado el daño?

46.- Si alguien me ha injuriado ¿me he mostrado dispuesto a la paz y a conceder, por el amor de Cristo, el perdón, o mantengo deseos de odio y venganza?

III. Cristo, el Señor, dice:

«Sed perfectos como vuestro Padre es perfecto»

47.- ¿Cuál es la dirección fundamental de mi vida?

48.- ¿Me anima la esperanza de la vida eterna?

49.- ¿Me esfuerzo en avanzar en la vida espiritual por medio de la oración, la lectura y la meditación de la Palabra de Dios, la participación en los sacramentos y la mortificación?

50.- ¿Estoy esforzándome en superar mis vicios, mis inclinaciones y pasiones malas, como la envidia o la gula en comidas y bebidas?

51.- ¿Me he levantado contra Dios, por soberbia o jactancia, o he despreciado a los demás sobreestimándome a mí mismo?

52.- ¿He impuesto mi voluntad a los demás en contra de su libertad y sus derechos?

53.- ¿Qué uso he hecho de mi tiempo, de mis fuerzas, de los dones que Dios me dió?

54.- ¿Los he usado en superarme y perfeccionarme a mí mismo?

55.- ¿He vivido ocioso y he sido perezoso?

56.- ¿He soportado con serenidad y paciencia los dolores y contrariedades de la vida? 57.- ¿He mortificado mi cuerpo para ayudar a completar «lo que falta a la Pasión de Cristo»?

58.- ¿He observado la ley del ayuno y la abstinencia?

59.- ¿He mantenido mis sentidos y todo mi cuerpo en la pureza y la castidad como templo que es del Espíritu Santo, llamado a resucitar en la gloria y como signo del amor que el Dios fiel profesa a los hombres, signo que adquiere toda su luz en el matrimonio? 60.- ¿He manchado mi carne con la fornicación, con la impureza, con palabras o pensamientos indignos, con torpes acciones o deseos?

61.- ¿He condescendido a mis placeres?

62.- ¿He mantenido conversaciones, realizado lecturas o asistido a espectáculos y diversiones contrarias a la honestidad humana y cristiana?

63.- ¿He incitado al pecado a otros con mi falta de decencia?

64.- ¿He observado la ley moral en el uso del matrimonio?

65.- ¿He actuado alguna vez contra mi conciencia, por temor o por hipocresía?

66.- ¿He tratado siempre de actuar dentro de la verdadera libertad de los hijos de Dios, según la ley del Espíritu, o soy siervo de mis pasiones?