Proverbios

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Capítulo 1

1Proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel: 2Para aprender sabiduría y doctrina, para entender sentencias inteligentes, 3para adquirir disciplina y sensatez, derecho, justicia y rectitud; 4para enseñar sagacidad al inexperto, saber y reflexión al muchacho 5(lo escucha el sensato y aumenta su saber, el prudente adquiere habilidad); 6para entender proverbios y dichos, sentencias de sabios y enigmas. 7El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor, los necios desprecian la sabiduría y la disciplina. 8Escucha, hijo mío, los consejos de tu padre, no rechaces la instrucción de tu madre: 9pues serán diadema en tu cabeza, como una gargantilla en tu cuello. 10Hijo mío, no te dejes seducir, no accedas a gente sin escrúpulos. 11Si te dicen: «Ven con nosotros, preparemos emboscadas mortales, acechemos sin motivo al honrado; 12lo tragaremos vivo, como el Abismo, entero, como quien baja a la tumba; 13nos haremos con grandes riquezas, llenaremos de botín nuestra casa; 14comparte tu suerte con nosotros, haremos bolsa común». 15Tú, hijo mío, no sigas su camino, aparta tus pies de su senda, 16pues sus pies corren tras el mal, se apresuran a derramar sangre. 17Mas en vano se ponen redes cuando son vistas por las aves. 18Sus emboscadas les resultarán mortales, atentarán contra su propia vida. 19Este es el fin de los codiciosos: los mata su propia codicia. 20La sabiduría pregona por las calles, en las plazas levanta la voz; 21grita en lugares concurridos, en la plaza pública proclama: 22 «¿Hasta cuándo, ignorantes, amaréis la ignorancia, y vosotros, insolentes, recaeréis en la insolencia, y vosotros, necios, rechazaréis el saber? 23Prestad atención a mis razones, derramaré mi espíritu sobre vosotros, quiero comunicaros mis palabras. 24Os llamé, y vosotros rehusasteis; extendí mi mano y la rechazasteis; 25despreciasteis mis consejos, no aceptasteis mis advertencias. 26Pues bien, yo me reiré de vuestra desgracia, me burlaré cuando os alcance el terror. 27Cuando os alcance como tormenta el terror, cuando os llegue como huracán la desgracia, cuando os alcancen la angustia y la aflicción, 28me llamaréis, pero no os escucharé; me buscaréis, pero no me encontraréis. 29Por haber menospreciado el saber y no querer temer al Señor, 30por no aceptar mis consejos y despreciar mis reprensiones, 31comerán el fruto de su conducta, se hartarán de los planes que hicieron. 32La indisciplina matará a los irreflexivos, la indolencia acabará con los necios; 33mas quien me escucha vivirá tranquilo, seguro y sin temor a la desgracia».

Capítulo 2

1Hijo mío, si aceptas mis palabras, si quieres conservar mis consejos, 2si prestas oído a la sabiduría y abres tu mente a la prudencia; 3si haces venir a la inteligencia y llamas junto a ti a la prudencia; 4si la procuras igual que el dinero y la buscas lo mismo que un tesoro, 5comprenderás lo que es temer al Señor y alcanzarás el conocimiento de Dios. 6Porque el Señor concede sabiduría, de su boca brotan saber e inteligencia; 7atesora acierto para el hombre recto, es escudo para el de conducta intachable; 8custodia la senda del honrado, guarda el camino de sus fieles. 9Entonces podrás comprender justicia, derecho y rectitud, el camino que lleva a la felicidad: 10la sabiduría penetrará en tu mente y te agradará el saber. 11La perspicacia cuidará de ti, la prudencia te protegerá; 12te librará del mal camino, del hombre perverso, 13que abandona la senda recta para ir por caminos tenebrosos; 14que goza haciendo el mal, complacido en sus perversas ideas; 15que va por rumbos tortuosos y sigue caminos extraviados. 16Te librará de la mujer extraña, de la desconocida seductora, 17que abandonó al amigo de su juventud y olvidó la alianza de su Dios. 18Su casa se ladea hacia la muerte, sus sendas hacia la tierra de las sombras. 19Los que entran allí no vuelven, no dan con la senda de la vida. 20Sigue, pues, el buen camino, imita la conducta del honrado, 21pues los rectos habitarán la tierra y los íntegros permanecerán en ella; 22pero los malvados serán arrancados, los canallas, extirpados de ella.

Capítulo 3

1Hijo mío, no olvides mi enseñanza, guarda en el corazón mis preceptos, 2pues te traerán largos días, años de vida y prosperidad. 3Que no te dejen la bondad y la lealtad, llévalas colgadas al cuello, grábalas bien en el corazón: 4alcanzarás favor y aceptación lo mismo ante Dios que ante los hombres. 5Confía en el Señor con toda el alma, no te fíes de tu propia inteligencia; 6cuenta con él cuando actúes, y él te facilitará las cosas; 7no te las des de sabio, teme al Señor y evita el mal: 8será salud para tu cuerpo, medicina para tus huesos. 9Honra a Dios con tus riquezas, con la primicia de todas tus cosechas: 10tus graneros se colmarán de grano, rebosarán mosto tus lagares. 11Hijo mío, no rechaces la reprensión del Señor, no te enfades cuando él te corrija, 12porque el Señor corrige a los que ama, como un padre al hijo preferido. 13Dichoso el que encuentra sabiduría, el hombre que logra inteligencia: 14adquirirla vale más que la plata, es más provechosa que el oro 15y más valiosa que las perlas; no se le comparan las joyas. 16En la diestra trae largos años, honor y riquezas en la izquierda; 17sus caminos son deleitosos, todas sus sendas prosperan; 18es árbol de vida para quienes la acogen, son dichosos los que se aferran a ella. 19El Señor cimentó la tierra con sabiduría y afirmó el cielo con inteligencia; 20con su saber se abren los veneros y las nubes destilan rocío. 21Hijo mío, no las pierdas de vista, conserva la prudencia y la reflexión: 22serán ellas tu aliento vital, serán el adorno de tu cuerpo. 23Así caminarás confiado y no tropezará tu pie. 24Podrás descansar sin temor, dormir con un sueño relajado. 25No temerás el terror repentino ni el ataque de los malvados cuando llegue, 26pues el Señor estará a tu lado y librará tu pie de la trampa. 27No niegues un favor a quien lo necesita, si está en tu mano concedérselo. 28Si tienes, no digas al prójimo: «Anda, vete; mañana te lo daré». 29No trames daños contra tu prójimo, mientras vive confiado a tu lado; 30no pleitees con nadie sin motivo, si no te ha hecho daño alguno; 31no envidies al hombre violento, ni trates de imitar su conducta, 32porque el Señor detesta al perverso y pone su confianza en los honrados; 33el Señor maldice la casa del malvado y bendice la morada del justo; 34el Señor se burla de los burlones y concede su gracia a los humildes. 35Los sabios heredan honores, los necios acumulan deshonra.

Capítulo 4

1Escuchad, hijos, la instrucción paterna; prestad atención y adquirid inteligencia. 2Os transmito un saber excelente, no abandonéis mi enseñanza. 3También yo fui un hijo para mi padre, querido cual unigénito para mi madre; 4mi padre me instruía diciéndome: «Guarda mis palabras en tu corazón, observa mis mandatos y vivirás». 5Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no la olvides, ni dejes mis consejos; 6no la abandones y ella te cuidará, ámala y te protegerá. 7El comienzo de la sabiduría es adquirirla, con todos tus haberes compra prudencia; 8conquístala, y te hará noble; abrázala, y te colmará de honores; 9te tocará con hermosa diadema, te ceñirá una espléndida corona. 10Escucha, hijo mío, recibe mis palabras, y aumentarán los años de tu vida. 11Te instruiré en el camino de la sabiduría, te guiaré por la senda recta; 12al caminar, serán ágiles tus pasos; cuando corras, no tropezarás; 13agárrate a la instrucción, no la sueltes; consérvala, que en ello te va la vida. 14No transites por rutas de malvados, no pises el camino de los perversos; 15déjalo a un lado, no cruces por él; apártate de él, pasa de largo. 16Los malvados no duermen si no hacen el mal, pierden el sueño si no acaban con alguien; 17se hartan de crímenes como de pan, se embriagan de violencia como de vino. 18La senda del justo es aurora luminosa, crece su luz hasta hacerse mediodía; 19mas los malvados caminan en tinieblas, y no saben dónde tropiezan. 20Hijo mío, atiende a mis palabras, presta atención a mis razones; 21nunca las pierdas de vista, guárdalas en tu corazón, 22pues dan vida a quien las encuentra, proporcionan salud a su cuerpo. 23Sobre todo, vigila tus intenciones, pues de ellas brota la vida. 24Aparta de tu boca la maledicencia, aleja la mentira de tus labios; 25mira siempre de frente, que no se desvíe tu mirada. 26Mira dónde pones los pies y será seguro tu camino; 27No te desvíes a derecha ni a izquierda, aparta tus pasos de la maldad.

Capítulo 5

1Hijo mío, atiende a mi sabiduría, presta atención a mi experiencia, 2de ese modo serás reflexivo y tus labios sabrán lo que dicen. 3La seductora tiene miel en los labios, sus palabras son más suaves que el aceite, 4pero al final son amargas como ajenjo, letales como espada de dos filos. 5Corren sus pies hacia la muerte, sus pasos se encaminan al Abismo; 6le da igual el camino de la vida, no le importa que su senda se extravíe. 7Así pues, hijo mío, escúchame, no rechaces los consejos que te doy: 8aleja de ella tu camino, no te acerques a la puerta de su casa, 9pues cederías a otros tu honor, tu dignidad a gente implacable. 10Así no gozarán extraños de tus bienes, ni tu renta acabará yendo a casa ajena. 11Al final acabarías lamentándolo, con tu cuerpo y tu carne agotados. 12Pensarás: «¿Por qué rechacé la disciplina, por qué mi corazón despreció la corrección? 13¿Por qué no escuché a mis maestros y no hice caso a mis preceptores? 14Me he encontrado al borde de la ruina en medio de la asamblea convocada». 15Bebe agua de tu propia cisterna, la que mana dentro de tu pozo. 16¿Se derramarán tus fuentes por la calle, se perderán tus arroyos por las plazas? 17Guárdalos solo para ti, no los compartas con extraños. 18Sea bendita tu fuente, goza de la esposa de tu juventud: 19cierva encantadora, graciosa gacela, que siempre te embriaguen sus caricias, que de continuo te deleite su amor. 20No busques, hijo, deleite en la seductora, no cedas al abrazo de una desconocida; 21que el Señor vigila la conducta del hombre, observa atento todos sus pasos. 22Su propia maldad atrapa al malvado, queda preso en los lazos de su pecado; 23morirá por no dejarse corregir, tanta insensatez lo perderá.

Capítulo 6

1Hijo mío, si sales fiador de tu vecino, si das la mano en favor de un extraño; 2si te has enredado con tus palabras, dejándote atrapar por ellas, 3haz esto, hijo mío, para librarte (pues caíste en manos de tu vecino): ve, insiste, importúnalo, 4no concedas sueño a tus ojos ni des reposo a tus párpados: 5escapa como gacela de la trampa, como pájaro de la red del cazador. 6Ve a observar a la hormiga, perezoso, fíjate en sus costumbres y aprende. 7No tiene capataz, ni jefe ni inspector; 8pero reúne su alimento en verano, recopila su comida en la cosecha. 9¿Hasta cuándo dormirás, perezoso?, ¿cuándo te sacudirás la modorra? 10Un rato duermes, otro dormitas, cruzas los brazos y a descansar. 11¡Y te llega la miseria del vagabundo, te sobreviene la pobreza del mendigo! 12El hombre malvado y perverso anda con el engaño en la boca; 13guiña los ojos, menea los pies, va haciendo gestos con los dedos; 14maquina desatinos, planea maldades, provoca continuas peleas. 15Por eso, de pronto, llega su ruina, su caída, de repente y sin remedio. 16Seis cosas detesta el Señor, y una séptima aborrece del todo: 17ojos altaneros, lengua mentirosa, manos que derraman sangre inocente, 18corazón que maquina planes perversos, pies que se apresuran tras la maldad, 19testigo falso que proclama mentiras y hombre que siembra discordias entre hermanos. 20Atiende, hijo, la instrucción de tu padre, no rechaces la enseñanza de tu madre. 21Llévalas siempre en tu corazón, cuélgalas en torno a tu cuello: 22cuando camines serán tu guía, velarán junto a ti cuando duermas, hablarán contigo cuando despiertes. 23Lámpara es la instrucción y luz la enseñanza, camino de vida la reprensión que corrige. 24Te protegerán de la mala mujer, de la lengua seductora de la extraña. 25Que tu corazón no ansíe su hermosura, no dejes que te atrapen sus miradas; 26con la prostituta basta un trozo de pan, mas la mujer casada pretende apoderarse de la vida del varón. 27¿Puede alguien meter fuego en su seno sin que así se le queme la ropa? 28¿Puede alguien andar sobre brasas sin que así se le quemen los pies? 29Pues lo mismo el que se acerque a la mujer del prójimo: no quedará indemne quien la toque. 30¿No es despreciado un ladrón cuando roba, aunque sea para saciar el hambre? 31Si le pillan, pagará siete veces, tendrá que dar todo su patrimonio. 32Quien comete adulterio carece de juicio, arruina su vida quien actúa de ese modo; 33cosechará golpes e insultos, nunca se borrará su infamia. 34Los celos enfurecerán al marido, no perdonará el día de la venganza; 35no se avendrá a compensaciones, ni las querrá por generosas que sean.

Capítulo 7

1Hijo mío, conserva mis palabras, guarda como tesoro mis mandatos; 2conserva mis mandatos y vivirás, mi enseñanza como la niña de tus ojos. 3Átalos a tus dedos, grábalos en tu corazón. 4Considera a la Sabiduría como hermana tuya, y llama pariente a la inteligencia: 5te guardará de la mujer seductora, de la desconocida que embelesa. 6Estaba en la ventana de mi casa, observando a través de las rejas; 7miraba a un grupo de inexpertos, cuando vi entre todos los jóvenes a un muchacho falto de juicio. 8Atravesaba la calle, cerca de una esquina, e iba directo hacia la casa de ella. 9Era al anochecer, cuando muere el día, cuando oscurece y se acerca la noche. 10En esto se le acerca la mujer, con ropas y ademanes de ramera: 11una mujer descarada e insolente, cuyos pies no paran en casa; 12en la calle o en la plaza, en cada esquina se pone al acecho. 13Abraza al joven y lo besa, lo mira con descaro y le dice: 14«Tengo preparado un sacrificio, pues hoy cumplo mi promesa; 15por eso he salido a tu encuentro, ansiosa, y al fin te he encontrado. 16He cubierto mi lecho de sábanas, de telas estampadas de Egipto; 17he perfumado mi lecho con mirra, áloe y nardo. 18Vamos a embriagarnos de caricias hasta el alba, a saciarnos de los placeres del amor; 19mi marido no está en casa, ha salido para un largo viaje; 20se ha llevado la bolsa del dinero, hasta la luna llena no vuelve». 21Lo seduce con palabras cariñosas, lo conquista con labios lisonjeros; 22y el infeliz le sigue los pasos, lo mismo que un buey al matadero, como ciervo atrapado en el lazo, 23hasta que una flecha le traspasa el hígado; como pájaro se precipita en la red, sin saber que se juega la vida. 24Y ahora, hijo mío, escúchame, presta atención a mis palabras; 25no se extravíe tu corazón por sus caminos, no vayas a perderte por sus sendas, 26pues ella ha acabado con muchos, sus víctimas son incontables. 27Su casa conduce al Abismo, se hunde en la morada de la muerte.

Capítulo 8

1Oíd, la sabiduría pregona, la inteligencia levanta su voz, 2en los montículos, al borde del camino, de pie, a la vera de las sendas; 3junto a las puertas de la ciudad, pregonando en las vías de acceso: 4«A vosotros os llamo, señores; a los humanos dirijo mi voz: 5inexpertos, aprended sagacidad; necios, adquirid buen juicio. 6Escuchad, que os hablo con franqueza, mis labios rebosan sinceridad; 7mi paladar saborea la verdad, mis labios detestan el mal; 8todas mis palabras son honestas, nada en ellas es pérfido o falso; 9son claras para el que sabe entender, son rectas para quien tiene conocimiento. 10Aceptad mi instrucción, no la plata; el conocimiento mejor que el oro fino, 11pues la sabiduría vale más que las perlas, ninguna joya se la puede comparar. 12Yo, la sabiduría, habito con la prudencia y busco la compañía de la reflexión. 13(Quien teme al Señor odia el mal). Detesto el orgullo y la soberbia, la mala conducta y la boca falsa; 14poseo el buen consejo y el acierto, mías son la prudencia y el valor; 15por mí reinan los reyes, y los príncipes promulgan leyes justas; 16por mí gobiernan los gobernantes, y los nobles dan sentencias justas; 17yo amo a los que me aman, los que madrugan por mí me encuentran; 18yo traigo riqueza y honor, fortuna copiosa y prosperidad; 19mi fruto es mejor que el oro puro, y mi renta vale más que la plata; 20camino por sendero justo, por las sendas del derecho, 21para legar riquezas a mis amigos y colmar todos sus tesoros. 22El Señor me creó al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas. 23En un tiempo remoto fui formada, antes de que la tierra existiera. 24Antes de los abismos fui engendrada, antes de los manantiales de las aguas. 25Aún no estaban aplomados los montes, antes de las montañas fui engendrada. 26No había hecho aún la tierra y la hierba, ni los primeros terrones del orbe. 27Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba la bóveda sobre la faz del abismo; 28cuando sujetaba las nubes en la altura, y fijaba las fuentes abismales; 29cuando ponía un límite al mar, cuyas aguas no traspasan su mandato; cuando asentaba los cimientos de la tierra, 30yo estaba junto a él, como arquitecto, y día tras día lo alegraba, todo el tiempo jugaba en su presencia: 31jugaba con la bola de la tierra, y mis delicias están con los hijos de los hombres. 32Por tanto, hijos míos, escuchadme: dichosos los que siguen mis caminos; 33escuchad la instrucción, no rechacéis la sabiduría. 34Dichoso el hombre que me escucha, velando día a día en mi portal, guardando las jambas de mi puerta. 35Quien me encuentra, encuentra la vida y alcanza el favor del Señor. 36Quien me pierde se arruina a sí mismo; los que me odian aman la muerte».

Capítulo 9

1La sabiduría se ha hecho una casa, ha labrado siete columnas; 2ha sacrificado víctimas, ha mezclado el vino y ha preparado la mesa. 3Ha enviado a sus criados a anunciar en los puntos que dominan la ciudad: 4«Vengan aquí los inexpertos»; y a los faltos de juicio les dice: 5«Venid a comer de mi pan, a beber el vino que he mezclado; 6dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la inteligencia». 7Quien corrige al insolente recibe insultos; quien reprende al malvado, desprecios. 8No corrijas al insolente, que te odiará; reprende al sensato y te querrá; 9instruye al sabio, y será más sabio; enseña al honrado, y aprenderá. 10El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor, conocer al Santo implica inteligencia. 11Por mí prolongarás tus días, se añadirán años a tu vida; 12si eres sensato, lo serás en tu provecho; si te burlas, solo tú lo pagarás. 13La mujer necia es bullanguera, la ingenua no tiene vergüenza; 14se sienta a la puerta de su casa, en un asiento que domina la ciudad, 15para gritar a la gente que pasa, a los que van derechos por el camino: 16«Vengan aquí los inexpertos; quiero hablar a los faltos de juicio. 17El agua robada es más dulce; el pan a escondidas, más sabroso». 18Y no saben que en su casa están las sombras, que sus invitados bajan a lo hondo del Abismo.

Capítulo 10

1Hijo sensato, alegría de su padre; hijo necio, tristeza de su madre. 2Tesoros injustos de nada sirven, mas la justicia libra de la muerte. 3El Señor no deja que el justo pase hambre, pero rechaza la codicia del malvado. 4Manos perezosas generan pobreza; brazos diligentes, riqueza. 5Hombre prudente recoge en verano, quien duerme durante la cosecha se abochorna. 6La cabeza del honrado atrae bendiciones, la boca del malvado encubre violencia. 7El recuerdo del justo es bendito, el nombre del malvado se extingue. 8El hombre juicioso acepta el mandato, el que habla necedades se pierde. 9Hombre sincero camina seguro, hombre retorcido queda al descubierto. 10Guiñar el ojo acarrea pesares, reprender con franqueza es buen remedio. 11Manantial de vida es la boca del justo, pero la boca del malvado encubre violencia. 12El odio provoca reyertas, el amor disimula las ofensas. 13En labios prudentes hay sabiduría, la espalda del necio se mide con la vara. 14El sabio atesora saber, la boca del necio es ruina inminente. 15La fortuna del rico es su baluarte, la miseria es la ruina del pobre. 16El salario del honrado es la vida; la ganancia del malvado, el fracaso. 17Quien se deja instruir se encamina a la vida, quien rechaza la reprensión se extravía. 18Labios embusteros encubren el odio, quien difunde calumnias es un insensato. 19Quien mucho habla no escapa al pecado, quien refrena los labios se llama sensato. 20Plata de ley la boca del honrado, mente perversa no sirve de nada. 21Labios honrados apacientan a muchos, la falta de juicio mata a los necios. 22La bendición del Señor enriquece, junto a ella el esfuerzo no es nada. 23El necio se divierte haciendo trampas; el hombre prudente, con la sabiduría. 24Al malvado le sucede lo que teme, al honrado se le da lo que desea. 25La tempestad arrebata al malvado, el honrado está firme para siempre. 26Vinagre a los dientes, humo a los ojos: el holgazán que recibe un encargo. 27Quien teme al Señor prolonga la vida, los años del malvado se acortan. 28La esperanza sonríe a los honrados, la ilusión del malvado fracasa. 29El Señor es refugio del honrado, y acarrea la ruina al malhechor. 30El honrado jamás vacilará, el malvado no habitará la tierra. 31De boca honrada brota sabiduría, la lengua tramposa será cercenada. 32Labios honrados destilan agrado, de la boca del malvado brota el engaño.

Capítulo 11

1El Señor detesta la balanza engañosa, los pesos exactos lo complacen. 2Tras la soberbia llega la vergüenza, con los humildes está la sabiduría. 3La integridad guía a los honrados, la falsedad descarría a los malvados. 4La riqueza es inútil el día del castigo, pero la justicia salva de la muerte. 5La honradez del justo le allana el camino, el malvado caerá en su propia maldad. 6La rectitud salva a los honrados, la codicia acaba con los ruines. 7Muere el malvado y muere su esperanza, acaba la confianza que puso en las riquezas. 8El honrado se libra del peligro, y el malvado entra en su lugar. 9La boca del malvado arruina a su prójimo, el honrado se pone a salvo porque lo sabe. 10Si el justo prospera, se alegra la ciudad, y si se arruina el malvado, hace fiesta. 11Por la bendición de los rectos prospera la ciudad, por la boca de los malvados se arruina. 12El insensato desprecia a su prójimo, el hombre prudente se calla. 13El chismoso desvela secretos, el que es de fiar los guarda. 14Pueblo sin gobernantes se hunde, con muchos consejeros se salva. 15Quien fía a un extraño sale perjudicado, quien evita las fianzas vive tranquilo. 16Mujer hermosa se hace respetar, los valientes conservan sus riquezas. 17El hombre bueno se beneficia de su bondad, el hombre cruel se destroza a sí mismo. 18La cosecha del malvado resulta engañosa, quien siembra honradez tiene paga segura. 19Quien obra rectamente va derecho a la vida, quien va tras la maldad camina hacia la muerte. 20El Señor detesta el corazón perverso, se muestra complacido en la conducta limpia. 21El malvado no escapará al castigo, el linaje del honrado se salvará. 22Como anillo de oro en jeta de puerco es mujer hermosa falta de seso. 23El deseo del honrado se cumple, la esperanza del malvado se malogra. 24Hay quien es generoso y se enriquece, quien ahorra injustamente y empobrece. 25El hombre generoso prosperará, quien alivia la sed será saciado. 26El pueblo maldice al que acapara trigo; a quien lo vende, lo cubre de bendiciones. 27Quien se afana en el bien será favorecido; al que busca el mal, el mal lo encontrará. 28Quien confía en sus riquezas se marchita, como follaje reverdecen los honrados. 29Quien descuida su casa hereda viento, el necio acaba esclavo del sabio. 30El fruto de la honradez es árbol de vida, quien es sensato cautiva a la gente. 31Si el honrado recibe su paga en la tierra, ¡cuánto más el hombre malvado y pecador!

Capítulo 12

1Quien ama la reprensión ama el saber, quien odia la corrección se embrutece. 2El honrado alcanza el favor del Señor, el hombre intrigante será condenado. 3Quien se apoya en la maldad se tambalea, la raíz del honrado se afianza segura. 4Mujer de valía es corona del marido; mujer indigna, carcoma de sus huesos. 5Los planes del honrado son rectos; las ideas del malvado, traidoras. 6Las palabras del malvado son trampa mortal, lo que dice el honrado salva a la gente. 7El malvado se hunde y desaparece, la casa del honrado se mantiene. 8El hombre prudente se gana la estima, el corazón perverso es despreciado. 9Más vale modestia y valerse a sí mismo que ser presuntuoso y no tener pan. 10El honrado se preocupa de su ganado, el malvado tiene entrañas crueles. 11Quien cultiva la tierra se harta de pan, quien persigue ilusiones es un insensato. 12La codicia es trampa del malvado, la raíz del honrado se mantiene. 13El malvado se enreda en sus palabras, el honrado escapa del aprieto. 14El hombre se harta del fruto de su boca, cada cual recibe según sus acciones. 15El necio piensa que es recto su camino, el hombre sabio escucha los consejos. 16El necio demuestra al instante su ira, el hombre prudente disimula la ofensa. 17Quien dice la verdad proclama la justicia, el testigo falso se aferra a la mentira. 18El chismoso hiere como espada, la lengua del sabio sana. 19Palabra veraz permanece por siempre; discurso mentiroso, solo un instante. 20Quien trama el mal provoca amargura, quien fomenta la paz produce alegría. 21El honrado escapa a todo lo malo, el malvado vive lleno de desgracias. 22El Señor detesta los labios mentirosos; le agrada, en cambio, el hombre sincero. 23Hombre prudente oculta su saber, corazón necio pregona su ignorancia. 24Mano laboriosa se hace con el mando, mano perezosa tiene que servir. 25La angustia deprime el corazón, una buena palabra lo alegra. 26El honrado guía a su prójimo, el camino del malvado lo extravía. 27Cazador perezoso nada guisará, al hombre lo enriquece su trabajo. 28Sendero recto lleva a la vida, camino torcido conduce a la muerte.

Capítulo 13

1Hijo sabio ama la disciplina, hijo insolente rechaza la corrección. 2Hombre de bien se nutre de lo que dice, hombre malvado se alimenta de violencia. 3Guarda su vida quien vigila sus palabras, busca su ruina quien habla sin sentido. 4Anhela el perezoso y no logra nada, desea el diligente y queda satisfecho. 5El honrado odia la mentira, el malvado calumnia y deshonra. 6La rectitud protege al honrado, la maldad destruye al pecador. 7Hay quien se hace el rico y nada tiene, y quien pasa por pobre y tiene mucho. 8Al rico lo protegen sus riquezas, al pobre no le importan amenazas. 9La luz del honrado brilla con fuerza, la lámpara del malvado se apaga. 10La insolencia provoca conflictos, el sabio se deja aconsejar. 11Riqueza repentina se esfuma, quien reúne poco a poco se enriquece. 12Esperanza diferida enferma el corazón, deseo satisfecho es árbol de vida. 13Quien desprecia la palabra se pierde, quien respeta el mandato está a salvo. 14La enseñanza del sabio es fuente de vida y libra de los lazos de la muerte. 15El buen sentido se gana favores, la conducta retorcida atrae la desgracia. 16El sensato actúa con reflexión, el necio exhibe su ignorancia. 17El mal mensajero hunde en la desgracia, el enviado fiel procura tranquilidad. 18Miseria y vergüenza a quien rechaza la advertencia, quien se deja corregir se cubrirá de honor. 19Deseo satisfecho endulza la vida, apartarse del mal desagrada a los necios. 20Trata con sabios y sabio te harás, frecuenta a los necios y acabarás mal. 21La desgracia persigue al pecador, el bien acompaña a los honrados. 22La herencia del bueno llega hasta los hijos de sus hijos, la fortuna del impío va a parar al honrado. 23En el barbecho de los pobres abunda el pan, pero los hay que perecen por falta de justicia. 24Quien no usa la vara odia a su hijo, quien lo ama lo corrige a tiempo. 25El honrado come y queda satisfecho, el vientre del malvado padece escasez.

Capítulo 14

1Mujer sabia edifica su casa, la necia la destruye con sus manos. 2Quien anda con rectitud teme al Señor, quien va por mal camino lo desprecia. 3La boca del necio le acarrea latigazos, los labios del prudente son su defensa. 4Donde faltan bueyes falta el trigo, toros robustos multiplican la cosecha. 5Testigo fiel nunca miente, testigo falso difunde mentiras. 6El arrogante fracasa al buscar sabiduría, es fácil el saber para el hombre inteligente. 7Mantente alejado del necio, no hallarás saber en sus palabras. 8La sabiduría del prudente asegura su camino, al necio le descarría su propia necedad. 9Los necios se ríen de sus culpas, los rectos gozan de favor. 10El corazón conoce su propia amargura, y no comparten extraños su alegría. 11La casa del malvado será destruida, la morada del honrado verá prosperidad. 12Hay caminos que parecen rectos y al final conducen a la muerte. 13Incluso entre risas sufre el corazón, y al final la alegría acaba en dolor. 14De su conducta se jacta el malhechor; de sus obras, el hombre de bien. 15El ingenuo se lo cree todo, el prudente sabe dónde pisa. 16El sabio teme y se aparta del mal, el necio arrogante se cree seguro. 17El impulsivo comete locuras, el reflexivo se muestra paciente. 18Los simples heredan necedad, los prudentes se coronan de saber. 19Los malvados se inclinarán ante los buenos; los impíos, ante las puertas del honrado. 20Detestan al pobre sus propios vecinos; en cambio, al rico le sobran amigos. 21Quien desprecia a su prójimo peca, dichoso quien se apiada del pobre. 22Los que traman el mal se pierden, amor y lealtad al que hace el bien. 23Todo esfuerzo obtiene recompensa, el mucho hablar conduce a la miseria. 24Corona de los sabios es su saber; diadema de los necios, su torpeza. 25El testigo veraz salva vidas, el impostor propaga mentiras. 26Temer al Señor es refugio seguro, servirá de defensa a los hijos. 27Temer al Señor es fuente de vida, libra de los lazos de la muerte. 28Pueblo numeroso, gloria del rey; escasez de súbditos, ruina del príncipe. 29Quien tiene paciencia abunda en prudencia, quien es impulsivo demuestra torpeza. 30Ánimo tranquilo es vida del cuerpo, la envidia carcome los huesos. 31Quien oprime al pobre ofende a su Hacedor, quien se apiada del indigente lo honra. 32El malvado se hunde en su propia maldad, el honrado se halla seguro en su honradez. 33El corazón del sensato alberga sabiduría, entre los necios es desconocida. 34La justicia engrandece a una nación, su fracaso es la ruina de los pueblos. 35Siervo inteligente se gana al rey, el tonto se hace objeto de su ira.

Capítulo 15

1Respuesta amable calma la cólera, palabra áspera excita la ira. 2La lengua del sabio rezuma saber, la boca del necio profiere necedades. 3En todo lugar los ojos del Señor observan malvados y honrados. 4Lengua amable es árbol de vida, lengua áspera rompe el corazón. 5El necio desprecia la corrección paterna, el prudente escucha la reprensión. 6La casa del honrado desborda de bienes, las ganancias del malvado son inestables. 7Los labios del sabio destilan ciencia; la mente del necio, ignorancia. 8El Señor detesta el sacrificio del malvado, la oración de los rectos alcanza su favor. 9El Señor detesta la conducta del malvado, pero ama al hombre que busca la justicia. 10Quien deja el buen camino tendrá su castigo, quien odia la corrección morirá. 11El Señor conoce Abismo y Perdición, ¡cuánto más el corazón humano! 12El soberbio no quiere reprensiones, por eso no se junta con los sabios. 13Corazón contento alegra el semblante, corazón afligido deprime el ánimo. 14La mente inteligente cultiva el saber, la boca del tonto se apacienta de sandeces. 15Para el apenado todos los días son malos, corazón feliz siempre está de fiesta. 16Más vale poco con temor del Señor que grandes tesoros con preocupación. 17Más vale ración de verdura con amor que buey cebado con rencor. 18Hombre impulsivo provoca peleas, hombre paciente calma contiendas. 19En la senda del vago crecen espinos, la ruta del que trabaja está allanada. 20Hijo sabio alegra a su padre, hijo necio deshonra a su madre. 21La necedad divierte al ignorante, el sensato camina con rectitud. 22Si faltan consultas, fracasan los planes, y si hay consejeros, se llevan a efecto. 23Respuestas adecuadas alegran al hombre, resulta agradable la palabra oportuna. 24El sensato camina hacia la vida y se libra de bajar al Abismo. 25El Señor derriba la casa del soberbio y mantiene firmes los linderos de la viuda. 26El Señor detesta los planes perversos; le agradan, en cambio, las palabras sinceras. 27Quien mucho codicia destruye su casa, quien odia el soborno vivirá. 28La mente del honrado medita la respuesta, la boca del malvado vomita maldades. 29El Señor está lejos de los malvados y escucha la oración de los honrados. 30Mirada benévola alegra el corazón, buena noticia fortalece el cuerpo. 31Oído que escucha corrección adecuada tiene entre los sabios su morada. 32Quien rechaza la corrección se desprecia, quien escucha la reprensión se hace sensato. 33Temer al Señor educa en la sabiduría, delante de la gloria va la humildad.

Capítulo 16

1El hombre tiene proyectos, el Señor proporciona la respuesta. 2El hombre se cree irreprochable, pero el Señor examina sus intenciones. 3Encomienda al Señor tus tareas, y tendrán éxito tus planes. 4El Señor da a cada cosa su destino, al malvado el día funesto. 5El Señor detesta al arrogante, tarde o temprano lo pagará. 6Amor y fidelidad reparan la culpa, temer al Señor aparta del mal. 7Si el Señor aprueba la conducta de alguien, lo reconcilia incluso con sus enemigos. 8Más vale poco con justicia que muchas ganancias injustas. 9El hombre proyecta su camino, el Señor dirige sus pasos. 10Los labios del rey son un oráculo: su boca no yerra cuando juzga. 11Balanza exacta es del Señor, obra suya las pesas de la bolsa. 12Los reyes detestan el mal, el trono se afianza en la justicia. 13El rey aprueba las palabras sinceras, ama al que habla con honradez. 14La ira del rey preludia la muerte, el hombre sensato sabe apaciguarla. 15La serenidad del rey preludia la vida, su favor parece lluvia de primavera. 16Más vale adquirir sabiduría que oro, mejor poseer inteligencia que plata. 17La senda del honrado se aparta del mal, quien cuida su camino conserva su vida. 18La soberbia precede a la ruina; el orgullo, a la caída. 19Más vale ser sencillo entre pobres que repartir botín con soberbios. 20Quien atiende a la palabra prospera, dichoso quien confía en el Señor. 21Al hombre juicioso lo llaman prudente, palabras suaves añaden persuasión. 22La sensatez es fuente de vida, la necedad castiga a los necios. 23En mente sabia hay discursos prudentes, sus labios tienen palabras persuasivas. 24Panal de miel las palabras amables, dulces al paladar, remedio para el cuerpo. 25Hay caminos que parecen rectos y al final conducen a la muerte. 26Obrero necesitado trabaja con afán, su propia boca lo estimula. 27El depravado cava tumbas funestas, lleva en sus labios fuego abrasador. 28El tramposo provoca peleas, el chismoso divide a los amigos. 29El violento seduce a su prójimo y lo lleva por el mal camino. 30Quien guiña el ojo prepara intrigas, quien ha hecho el mal se muerde los labios. 31Las canas son corona de gloria, el fruto de una vida honrada. 32Más vale ser paciente que valiente, dominarse que conquistar ciudades. 33Se tiran los dados sobre la mesa, pero la decisión viene del Señor.

Capítulo 17

1Más vale mendrugo seco con paz que casa llena de festines y discordia. 2Un siervo inteligente suplanta al hijo indigno y comparte la herencia con los hermanos. 3La plata en el crisol, el oro en el horno; los corazones los prueba el Señor. 4El malvado hace caso de embustes, el mentiroso da oído a la malicia. 5Quien se burla del pobre afrenta a su Hacedor, quien se alegra de su desgracia lo pagará. 6Corona de los ancianos, sus nietos; gloria de los hijos, sus padres. 7No le va al necio lenguaje distinguido, menos al noble palabras engañosas. 8El soborno es talismán para quien lo hace: en cualquier circunstancia tiene éxito. 9Quien busca amistad disimula la ofensa, quien la pregona divide a los amigos. 10La corrección aprovecha al sensato más que cien golpes al necio. 11El rebelde solo busca problemas, le enviarán un cruel mensajero. 12Mejor topar con osa sin cachorros que con loco en pleno delirio. 13A quien devuelve mal por bien, el mal rondará por su casa. 14Quien comienza una riña suelta las aguas, aprende a retirarte antes de iniciarla. 15Absolver al culpable y condenar al inocente: dos cosas que detesta el Señor. 16¿De qué le servirá al necio su dinero?; ¿comprará sabiduría si no tiene seso? 17El amigo ama en todo tiempo, el hermano nace para el peligro. 18¡Qué imprudente quien estrecha la mano, quien sale fiador de su compañero! 19Quien ama peleas ama el delito, quien agranda sus puertas invita al robo. 20Mente retorcida no encuentra dicha, lengua embustera cae en desgracia. 21Quien engendra un necio se acarrea su mal, el padre de un tonto no tendrá alegría. 22Corazón alegre favorece al cuerpo, ánimo deprimido seca los huesos. 23El malvado acepta sobornos a escondidas, con ánimo de torcer el curso de la justicia. 24El sensato pone su vista en la sabiduría, los ojos del necio se mueven sin rumbo. 25Hijo necio, dolor de su padre, fuente de amargura para su madre. 26No está bien multar al inocente, y menos azotar a los nobles. 27Quien habla poco demuestra sensatez, el ánimo sereno revela talento. 28Necio callado pasa por sabio, por inteligente quien no abre la boca.

Capítulo 18

1Quien quiere desunir busca pretextos, por todos los medios provoca peleas. 2Al necio no le gusta la prudencia, sino airear lo que lleva dentro. 3Cuando llega el impío, viene el desprecio, y con la ignominia llega el oprobio. 4Las palabras del hombre son agua profunda, torrente desbordado, fuente de sabiduría. 5No está bien favorecer al culpable ni declarar culpable al inocente. 6Los labios del necio promueven peleas, su boca llama a los golpes. 7La boca del necio es su ruina; sus labios, trampa para su vida. 8Las palabras del chismoso son dulces, bajan hasta el fondo de las entrañas. 9El hombre negligente en su trabajo es hermano del hombre destructor. 10Torre firme es el nombre del Señor, donde el justo se refugia seguro. 11El rico se atrinchera en su fortuna, la considera muralla imbatible. 12La soberbia lleva a la ruina, la humildad conduce al triunfo. 13Quien responde antes de escuchar queda avergonzado como un necio. 14El animoso soporta los males; si se deprime, ¿quién lo sostendrá? 15Mente perspicaz adquiere el saber, el oído de los sabios busca conocer. 16Un obsequio abre al hombre caminos, le permite llegar hasta los grandes. 17El primero en declarar parece justo, hasta que llega la otra parte y lo desmiente. 18Las suertes ponen fin a los litigios y deciden entre gente poderosa. 19Un hermano ofendido es peor que plaza fuerte, las querellas entre hermanos son cerrojos del castillo. 20Del fruto de la boca se harta el vientre, del producto de sus labios se saciará. 21Muerte y vida dependen de la lengua; conforme se elija, eso se comerá. 22Quien encuentra mujer encuentra la dicha, un favor que le hace el Señor. 23El pobre habla suplicando, el rico responde con dureza. 24Hay compañeros que llevan a la ruina y amigos más queridos que un hermano.

Capítulo 19

1Más vale pobre de conducta íntegra que necio de lenguaje engañoso. 2No vale esfuerzo sin reflexión, quien corre demasiado se extravía. 3Hombre necio yerra el camino y encima se enfrenta al Señor. 4La riqueza multiplica los amigos, y al pobre lo abandonan los vecinos. 5Testigo falso no queda impune, no escapa quien dice mentiras. 6Muchos adulan al hombre generoso, todos son amigos del que da. 7Si al pobre no le quieren sus hermanos, ¡con más razón lo abandonan los vecinos! 8Quien adquiere sensatez se ama a sí mismo, quien actúa con prudencia encuentra la dicha. 9Testigo falso no queda impune, se perderá quien dice mentiras. 10No le va al necio la vida de lujo, menos al siervo gobernar a príncipes. 11Hombre sensato refrena su ira, tiene a honra olvidar las ofensas. 12La ira del rey es rugido de león; rocío sobre hierba, su favor. 13Hijo necio es desgracia del padre, gotera continua la mujer pendenciera. 14Casa y fortuna se heredan del padre, mujer juiciosa es un don del Señor. 15La pereza provoca modorra, el holgazán pasará necesidad. 16Quien guarda el precepto guarda su vida, quien descuida su conducta morirá. 17Presta al Señor quien se apiada del pobre, él le pagará su buena acción. 18Castiga a tu hijo mientras hay esperanza, pero no te excedas hasta matarlo. 19El hombre violento merece castigo, y si lo perdonas, lo incitarás aún más. 20Escucha el consejo, acepta la instrucción, y en el futuro llegarás a sabio. 21Los humanos multiplican sus proyectos, pero se cumplen los planes del Señor. 22Los humanos aspiran al lucro, mejor ser pobre que mentiroso. 23Quien teme al Señor se dirige a la vida, dormirá tranquilo y sin pesadillas. 24El perezoso mete la mano en el plato, pero es incapaz de llevarla a la boca. 25Castiga al soberbio y el simple se hará cauto, reprende al inteligente y aumentará su saber. 26Quien maltrata a su padre y despide a su madre es un hijo infame e indigno. 27Si dejas, hijo mío, de aceptar consejos, acabarás perdido por falta de principios. 28El testigo perverso se burla del derecho, la boca del malvado se traga el delito. 29Para el arrogante se prepara el látigo, los azotes para la espalda del necio.

Capítulo 20

1El vino excita, embriaga el licor, quien en ellos se pierde no llega a sabio. 2Rugido de león es la ira del rey: quien la provoca se juega la vida. 3Quien evita peleas es digno de honor, el insensato se mete en discusiones. 4El perezoso no labra en otoño, en la cosecha busca y no encuentra. 5Un plan meditado es agua profunda, el hombre sagaz sabe sacarla. 6Muchos se las dan de sinceros, pero ¿quién hallará un hombre fiel? 7El honrado procede con rectitud, ¡dichosos los hijos que deje! 8Cuando el rey se sienta en el tribunal, con su mirada avienta todo mal. 9¿Quién puede decir: «Soy puro, me encuentro limpio de pecado»? 10Un peso y otro peso; una medida y otra medida: dos cosas que detesta el Señor. 11Con sus actos deja ver ya el muchacho si sus obras serán puras y rectas. 12Oído que oye, ojo que ve: los dos son obra del Señor. 13No tomes gusto al sueño, te empobrecerás; ten los ojos abiertos, de pan te hartarás. 14«Malo, malo», dice el comprador; pero después se felicita por su compra. 15Hay oro y corales en cantidad; para joya, una boca sincera. 16Quítale la ropa, exígele prendas, pues salió fiador de un extraño. 17El pan robado resulta sabroso, pero la boca se llena de arena. 18Somete tus planes al consejo de otros, con sabia estrategia prepara la guerra. 19El chismoso descubre secretos, deja la compañía del charlatán. 20El que maldice a su padre y a su madre verá extinguirse su luz en plena noche. 21Fortuna ganada de golpe nunca prospera al final. 22No digas: «Me las pagará», confía en el Señor y te salvará. 23El Señor detesta dos pesas distintas, no está bien trampear con la balanza. 24El Señor dirige los pasos del hombre, ¿cómo puede el hombre discernir su camino? 25¡Qué riesgo hacer un voto a la ligera y arrepentirte después de prometerlo! 26Un rey sabio avienta a los malvados, hace rodar sobre ellos el trillo. 27Lámpara del Señor el espíritu humano: sondea lo más íntimo de las entrañas. 28Bondad y lealtad sostienen al rey, la misericordia consolida su trono. 29La fuerza es el orgullo de los jóvenes; las canas, el adorno de los viejos. 30Heridas y llagas remedian el mal, los golpes sanan el interior.

Capítulo 21

1El corazón del rey es una acequia que el Señor canaliza adonde quiere. 2El hombre juzga recto su camino, pero el Señor pesa los corazones. 3Practicar el derecho y la justicia el Señor lo prefiere a los sacrificios. 4Ojos altivos, corazón ambicioso; faro de los malvados es el pecado. 5Los planes del diligente traen ganancia; los del hombre atolondrado, indigencia. 6Tesoros ganados con boca embustera, humo que se disipa y trampa mortal. 7La violencia acaba con los malvados, pues rehúsan practicar la justicia. 8El camino del criminal es tortuoso; la conducta del inocente, recta. 9Mejor vivir en rincón de azotea que en palacio con mujer pendenciera. 10El malvado se afana en el mal, nunca se apiada del prójimo. 11Castigas al cínico y aprende el inexperto, pero el sabio aprende oyendo la lección. 12El honrado observa la casa del malvado y ve cómo se hunde en la desgracia. 13Quien cierra los oídos al clamor del pobre no será escuchado cuando grite. 14Regalo a escondidas calma la ira; obsequio discreto, el furor violento. 15Al justo le alegra la justicia; en cambio, al culpable le aterroriza. 16Quien deja el camino de la prudencia habitará en compañía de los muertos. 17Quien ama el placer acaba en la miseria, amigo de vino y perfumes no prospera. 18El malvado pagará por el justo; el impío, por el hombre honrado. 19Mejor vivir en desierto que con mujer pendenciera e irritable. 20En casa del sabio, tesoro y perfumes; el necio despilfarra lo que tiene. 21Quien busca justicia y bondad encontrará vida y gloria. 22El sabio asaltará la ciudad de los fuertes, derribará la fortaleza en que confiaban. 23Quien guarda la boca y la lengua se guarda también de peligros. 24Llaman arrogante al fanfarrón insolente, pues se porta con orgullo desmedido. 25Los propios deseos matan al perezoso, pues sus manos se niegan a trabajar. 26El malvado codicia de continuo, el honrado da sin reservas. 27Sacrificio de malvados es odioso, mucho más si hay mala intención. 28Testigo falso acabará perdido, quien escucha tendrá la última palabra. 29El malvado aparenta seguridad, el honrado está seguro de lo que hace. 30No hay sabiduría ni prudencia ni consejo contra el Señor. 31Se prepara al caballo para el combate, la victoria la concede el Señor.

Capítulo 22

1Más vale fama que riqueza, mejor estima que plata y oro. 2Rico y pobre tienen en común que a los dos los hizo el Señor. 3El prudente ve el mal y se protege, los incautos se arriesgan para su mal. 4Si eres humilde y temes al Señor tendrás riquezas, vida y honor. 5En la senda del perverso, espinas y trampas; quien cuida de sí mismo se aleja de ellas. 6Educa al muchacho en el buen camino: cuando llegue a viejo seguirá por él. 7El rico se hace dueño de los pobres; el deudor, esclavo del acreedor. 8Quien siembra maldad cosecha desgracia, el ímpetu de su cólera se esfumará. 9El hombre generoso será bendecido, pues comparte su pan con el pobre. 10Expulsa al insolente y acabarán las peleas, habrán terminado riñas y ofensas. 11Al rey le gusta un corazón sincero, se complace en quien habla con ingenio. 12Los ojos del Señor custodian el saber, desbaratan las palabras del traidor. 13¡Fuera hay un león, dice el holgazán; seré devorado en plena calle! 14Trampa peligrosa la boca de la extraña, en ella caerá quien rechaza al Señor. 15La necedad se pega al corazón del joven, la vara de la corrección la despegará. 16Quien oprime al pobre lo enriquece, quien da al rico se empobrece. 17Escucha y haz caso a las sentencias de los sabios, presta atención a mi enseñanza; 18te gustará guardarlas dentro, tenerlas a punto en tus labios. 19Para que pongas tu confianza en el Señor he pensado instruirte hoy. 20Te he escrito treinta sentencias en las que hay consejos sabios, 21para que puedas conocer la verdad, y traer un informe preciso a la persona que te dio un encargo. 22No explotes al pobre por ser pobre ni atropelles al desgraciado en el tribunal, 23porque el Señor defenderá su causa y despojará de la vida a los que lo despojan. 24No tengas trato con el iracundo ni busques la compañía del violento, 25no sea que aprendas sus andanzas y te pongas tú mismo una trampa. 26No te acostumbres a dar la mano ni a salir fiador de deudas; 27pues si no tienes para pagar, te quitarán la cama de debajo. 28No desplaces linderos antiguos que pusieron tus antepasados. 29¿Conoces a alguien diestro en su oficio? Entrará al servicio de reyes, y no de gente mediocre.

Capítulo 23

1Si te sientas a la mesa de un señor, mira bien lo que tienes delante: 2pon freno a tu apetito si tienes mucha hambre; 3no mires con ansia sus manjares, porque es comida engañosa. 4No te afanes en ir tras la riqueza, sé sensato y no pienses en ella. 5Dejas un poco de mirarla y ya no está: echa alas de águila y vuela hacia el cielo. 6No te juntes a comer con el avaro, no codicies sus ricos alimentos, 7porque son como pelo en la garganta: «Anda, come y bebe», te dice, pero no te habla con sinceridad. 8Vomitarás el bocado que has comido, habrás malgastado tus hermosas palabras. 9No hables a oídos del necio, despreciará tus sabias palabras. 10No desplaces los linderos fijados ni invadas el campo del huérfano, 11porque es poderoso su redentor, y defenderá su causa contra ti. 12Aplica tu mente a la instrucción, tus oídos a palabras sensatas. 13No escatimes castigos al joven, no va a morir porque lo azotes; 14si lo azotas con la vara, librarás su vida del Abismo. 15Hijo mío, si se hace sabio tu corazón, también mi corazón se alegrará. 16Me alegraré de todo corazón si tus labios hablan con acierto. 17No tengas envidia del pecador, vive siempre en el temor del Señor, 18pues así tendrás porvenir y no se frustrará tu esperanza. 19Escucha, hijo mío, sé sabio; pórtate siempre con rectitud. 20No andes mezclado con bebedores ni con gente que se harta de carne; 21pues borrachos y comilones empobrecen, los holgazanes se visten de harapos. 22Escucha al padre que te engendró, no desprecies la vejez de tu madre. 23Compra la verdad y no la vendas: sabiduría, instrucción y sensatez. 24El padre del honrado rebosa de gozo, quien tiene un hijo sabio se alegra. 25¡Ojalá tu padre se alegre por ti y pueda brincar de gozo tu madre! 26Hijo mío, confía en mí, acepta de buen grado mi ejemplo. 27Trampa peligrosa es la ramera, pozo estrecho la mujer ajena; 28se pone al acecho como un ladrón y provoca traiciones entre los hombres. 29¿De quién los quejidos? ¿De quién los lamentos? ¿De quién las peleas? ¿De quién los pleitos? ¿De quién las heridas sin motivo? ¿De quién la mirada extraviada? 30De la gente que se pasa con el vino y anda catando bebidas. 31No mires el vino: ¡Qué tono rojizo! ¡Qué brillo en el vaso! ¡Entra suavemente! 32Al final morderá como serpiente, después picará como víbora. 33Tus ojos soñarán quimeras, solo te saldrán incoherencias. 34Te sentirás como viajero en alta mar, sentado en la punta del mástil. 35«Me han zurrado y no me duele, me han pegado y no siento nada. ¿Cuándo me despejaré? ¡Volveré a hacerlo!».

Capítulo 24

1No tengas envidia del malvado ni trates de buscar su compañía, 2pues su mente trama violencia y sus labios profieren maldades. 3Una casa se edifica con sabiduría, se consolida usando inteligencia; 4con el saber se llenan las estancias de objetos preciosos, deseables. 5Más vale sabio que fuerte, hombre experto que forzudo. 6Con estrategia se gana la guerra, el triunfo es fruto del consejo. 7La sabiduría supera al necio, en público no abre la boca. 8Al hombre que trama maldades la gente lo llama intrigante; 9el necio intriga para pecar, la gente detesta al insolente. 10Si flaqueas cuando llega la desgracia es que tu valor es limitado. 11Libra a los condenados a muerte, atiende a los que van a morir. 12Aunque digas: «No me daba cuenta», el que pesa los corazones lo sabe, el que vigila tu vida se entera: pagará a cada cual por sus obras. 13Come miel, hijo mío, que es buena, el panal es dulce al paladar: 14así es la sabiduría para tu vida; si la encuentras, tendrás porvenir, tu esperanza no fracasará. 15No aceches el hogar del justo, no intentes derribar su morada, 16pues cae siete veces y se levanta, pero el malvado se hunde en la desgracia. 17Si cae tu enemigo, no te alegres; si tropieza, no lo celebres, 18no sea que al Señor no le agrade y retire de él su castigo. 19No pierdas la paz por el perverso ni tengas envidia del malvado, 20pues no hay porvenir para el perverso, la lámpara del malvado se extingue. 21Teme, hijo mío, al Señor y al rey, no te enemistes con ninguno de los dos, 22pues su castigo suele llegar sin avisar, ¿y quién conoce el alcance de su ira? 23Otras sentencias de los sabios: No está bien ser parcial al juzgar. 24Quien declara inocente al culpable recibe la maldición de los pueblos, recibe el desprecio de las naciones; 25pero los que reprenden al culpable serán alabados y sobre ellos caen las bendiciones. 26Respuesta con tino es beso en los labios. 27Arregla tus negocios en la calle, ordena las faenas del campo, y luego construyes tu casa. 28No declares sin motivo contra el prójimo ni engañes a nadie con tus labios. 29No digas: «Le haré lo que me hizo, le pagaré con la misma moneda». 30Pasé junto al campo del holgazán, crucé por la viña del insensato: 31todo lo tapaban los espinos, la maleza cubría su extensión; la cerca de piedra, por el suelo. 32Al verlo me puse a pensar; al mirarlo saqué esta lección: 33duermes a ratos o cabeceas, cruzas los brazos y a descansar, 34y te llega la miseria del vagabundo, te sobreviene la pobreza del mendigo.

Capítulo 25

1Otros proverbios de Salomón, que recopilaron los escribas de Ezequías, rey de Judá. 2Gloria de Dios es ocultar un asunto; gloria de los reyes, escrutarlo. 3La altura del cielo, la hondura de la tierra y el corazón de los reyes son inescrutables. 4Separa la escoria de la plata y el orfebre sacará una copa; 5separa al malvado del rey y su trono se afianzará en la justicia. 6No te des importancia ante el rey, no te coloques entre los grandes; 7mejor que te digan: «Sube acá», que verte humillado ante los nobles. Aunque hayas visto algo con tus ojos, 8no corras a contárselo al juez; ¿qué podrías hacer al final si el otro demuestra tu error? 9Resuelve tu pleito con tu prójimo, no reveles secretos ajenos, 10no sea que te avergüence el que los oye y no pueda borrarse tu infamia. 11Manzana de oro con adornos de plata, la palabra dicha a su tiempo. 12Anillo de oro y collar de oro fino, un sabio consejo a quien sabe escuchar. 13Frescura de nieve en canícula de siega, el mensajero fiel a quien lo envía. 14Nubes y viento que no traen lluvia, quien presume de dar y no da. 15La paciencia persuade a un gobernante, palabras suaves quebrantan huesos. 16Si encuentras miel, come lo justo, no sea que te empaches y vomites. 17No prodigues tus visitas al vecino, no sea que se canse y te aborrezca. 18Garrote, espada y flecha afilada es quien acusa en falso a su prójimo. 19Diente picado y pie que cojea es confiar en un traidor en la desgracia. 20Como andar sin ropa con frío, como echar vinagre en una herida, así es quien canta coplas al corazón afligido. 21Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber; 22así amontonarás brasas sobre su cabeza, y el Señor además te lo pagará. 23Viento del norte trae la lluvia; lengua embustera, rostro furioso. 24Mejor vivir en rincón de azotea que en palacio con mujer pendenciera. 25Agua fresca en garganta sedienta, la buena noticia de tierra lejana. 26Fuente turbia y manantial contaminado, el honrado que tiembla ante el malvado. 27No está bien comer miel en exceso ni empacharse de palabras elogiosas. 28Ciudad abierta y sin murallas, el hombre sin dominio de sí mismo.

Capítulo 26

1Ni nieve al verano ni lluvia a la siega, tampoco le sienta la gloria al necio. 2Como gorrión en desbandada y golondrina en vuelo, la maldición injusta no llega a su destino. 3Látigo para caballo y freno para burro, el garrote para la espalda de los necios. 4No respondas al necio según su necedad, no sea que te vuelvas como él. 5Responde al necio según su necedad, no vaya él a presumir de sabio. 6Se corta los pies y bebe violencia quien envía mensajes con un necio. 7Las piernas del cojo trastabillan, y el proverbio en boca de los necios. 8Conceder honores a un necio es atar la piedra a la honda. 9Espinas en manos de un borracho, el proverbio en boca de los necios. 10Arquero que hiere a todo el que encuentra, quien contrata a un necio y al primero que pasa. 11Perro que vuelve a su vómito, el necio que insiste en sus sandeces. 12Más se puede esperar de un necio que de uno que presume de sabio. 13¡Una fiera en el camino —dice el vago—, un león en medio de la calle! 14La puerta gira en sus goznes y el vago en la cama. 15El vago mete la mano en el plato y le cuesta llevársela a la boca. 16El vago se cree más sabio que siete que responden con tino. 17Meterse en discusión ajena es como agarrar a un perro por las orejas. 18Como loco que va disparando tizones y saetas mortales, 19así es quien engaña a su prójimo y le dice que era una broma. 20Si falta la leña, se apaga la hoguera; si falta el chismoso, se acaba la pelea. 21Carbón en las brasas y leña en el fuego, el hombre pendenciero que atiza peleas. 22Las palabras del chismoso son golosinas, bajan hasta el fondo de las entrañas. 23Barniz aplicado a vasija de barro, las palabras dulces con malas intenciones. 24El que odia habla con disimulo, mas por dentro incuba la traición; 25aunque sea amable, no te fíes, medita abominaciones sin cuento; 26disimula el odio con astucia, mas su maldad aparece en la asamblea. 27Quien cava un hoyo, cae en él; a quien rueda una piedra, se le viene encima. 28Lengua mentirosa odia a sus víctimas, boca que adula conduce a la ruina.

Capítulo 27

1No cantes victoria por el mañana, no sabes lo que el día te traerá. 2Que otro te alabe, nunca tu boca; que sea un extraño, nunca tus labios. 3Pesada es la piedra y la carga de arena, aún más pesado el genio del necio. 4Cruel es la rabia, impetuosa la ira, ¿y quién puede aguantar la envidia? 5Más vale corrección con franqueza que amistad encubierta. 6Son leales los golpes de un amigo, engañosos los besos del enemigo. 7Estómago harto desprecia la miel, para el cuerpo hambriento lo amargo es dulce. 8Pájaro errante lejos de su nido, el hombre errante lejos de su hogar. 9Perfume e incienso alegran el corazón, la ternura de un amigo consuela el ánimo. 10No abandones a tu amigo ni al amigo de tu padre; no busques a tu hermano en momentos de apuro: más vale amigo cerca que hermano lejos. 11Ten juicio, hijo mío, dame esa alegría, y podré responder al que me ofende. 12El prudente ve el peligro y se esconde, el incauto va adelante y lo paga. 13Quítale la ropa, exígele prendas, pues salió fiador de un extraño. 14A quien bendice a un vecino a gritos de madrugada se le contará como maldición. 15Gotera continua en día de lluvia y mujer pendenciera son semejantes; 16frenarla es frenar el aire o coger aceite con la mano. 17El hierro con el hierro se afila; el hombre, en el roce con su prójimo. 18Quien cuida una higuera come de su fruto, quien vela por su amo será recompensado. 19El rostro se refleja en el agua, el hombre en lo que piensa. 20Abismo y Perdición son insaciables, e insaciables los ojos del hombre. 21La plata en el crisol, el oro en el horno, el hombre en boca de quien lo alaba. 22Machaca al necio en el mortero, que no le arrancarás la necedad. 23Conoce cómo están tus ovejas, presta atención a tus rebaños; 24pues no es eterna la riqueza ni dura siempre la fortuna. 25Apunta el heno, asoma la hierba, se siegan los pastos del monte; 26tendrás corderos para vestirte, cabritos para el precio de un campo, 27leche de cabra para alimentarte tú, tu familia y tus criadas.

Capítulo 28

1El malvado huye sin que lo persigan, el honrado está seguro como un león. 2Un país en desorden tiene muchos jefes, un hombre prudente y sabio mantiene el orden. 3Gobernante que explota a los débiles es tormenta que se lleva la cosecha. 4Los que abandonan la ley aplauden al malvado, los que la cumplen se indignan contra él. 5Los malvados no entienden de justicia, quien consulta al Señor lo entiende todo. 6Más vale pobre de conducta honrada que rico con malas intenciones. 7El hijo inteligente observa la ley, pero el amigo de libertinos deshonra a su padre. 8Quien aumenta su riqueza prestando a usura la acumula para quien se apiada del pobre. 9Si uno cierra su oído a la ley, resulta detestable su oración. 10Quien desvía a los rectos por el mal camino acabará cayendo en su propia trampa. 11El rico se las da de sabio, pero el pobre que es sagaz lo pone al descubierto. 12Si triunfa el honrado se celebran fiestas; si se impone el malvado, todos se esconden. 13El que oculta sus faltas no prosperará; el que las confiesa y cambia será compadecido. 14Dichoso el que se mantiene alerta, el terco caerá en la desgracia. 15León rugiente y oso hambriento, el gobernante que explota a los pobres. 16Gobernante imprudente multiplica la opresión, quien odia la avaricia vivirá muchos años. 17Hombre perseguido por delito de sangre corre a la tumba, ¡que nadie lo detenga! 18Quien camina rectamente se salvará, el camino sinuoso conduce al fracaso. 19Quien cultiva su tierra se hartará de pan, quien persigue quimeras se hartará de miseria. 20El hombre leal abundará en bendiciones, quien corre por enriquecerse no quedará impune. 21No es bueno ser parcial con la gente, por un trozo de pan delinque el hombre. 22El avaro corre por enriquecerse, sin saber que le espera la miseria. 23Es más estimado el que corrige que el hombre de lengua aduladora. 24El que roba a sus padres y dice: «No es pecado», es un cómplice de bandoleros. 25El codicioso provoca pleitos, quien confía en el Señor prosperará. 26Quien se fía de sí mismo es un necio, quien obra con sensatez se salvará. 27Quien da al pobre no pasará necesidad, quien no lo ayuda será maldecido. 28Se imponen los malvados y todos se esconden; cuando desaparecen, aumentan los honrados.

Capítulo 29

1Hombre que rechaza la corrección fracasará de repente y sin remedio. 2Cuando gobierna el honrado, el pueblo se alegra; cuando domina el malvado, el pueblo se queja. 3El que ama la sabiduría alegra a su padre, el que anda con rameras malgasta sus bienes. 4Un rey justo consolida el país, el amigo de impuestos lo arruina. 5El hombre que adula a su amigo le tiende una trampa a los pies. 6El pecado del malvado es su trampa, y el honrado lo celebra y se alegra. 7El honrado atiende la causa del pobre; en cambio, el malvado no entiende nada. 8Los provocadores agitan a los ciudadanos, los sensatos calman los ánimos. 9Si un sabio discute con un necio, se enfade o se ría, nada consigue. 10Los sanguinarios odian al honrado, los rectos cuidan de su vida. 11El necio desata su pasión, el sensato sabe controlarla. 12Gobernante que da crédito a calumnias es que tiene malvados por sirvientes. 13Pobre y usurero coinciden en esto: la luz que ambos ven viene del Señor. 14Rey que juzga con justicia a los pobres consolida su trono para siempre. 15Palo y corrección dan sabiduría, niño consentido avergüenza a su madre. 16Si gobiernan los malvados aumenta el delito, pero los honrados los verán perecer. 17Si corriges a tu hijo, vivirás tranquilo, además te colmará de satisfacción. 18Si no hay profetas, el pueblo se desmanda; felices los que observan la ley. 19No se corrige al siervo con palabras: entiende, pero no obedece. 20Más puedes esperar de un necio que de alguien que habla sin parar. 21Siervo mimado desde niño, al final será desagradecido. 22Hombre violento provoca pleitos, hombre furioso duplica delitos. 23El orgullo del hombre acaba humillándolo, el de espíritu humilde será respetado. 24Quien reparte con ladrón se daña a sí mismo: oye la maldición, pero no lo delata. 25Es engañoso temer a los hombres, quien confía en el Señor vive seguro. 26Muchos buscan el favor de quien gobierna, pero el Señor es quien hace justicia. 27Los justos detestan al criminal, los malvados detestan a los honrados.

Capítulo 30

1Palabras de Agur, hijo de Jaqué, de Masá. Sentencias de este hombre: Me he fatigado, oh Dios; estoy fatigado y rendido. 2Soy animal más que hombre, no tengo inteligencia humana; 3no he aprendido sabiduría, ni conozco la ciencia santa. 4¿Quién subió al cielo y después bajó? ¿Quién encerró el viento en sus puños? ¿Quién recogió el mar en el manto? ¿Quién fijó los confines de la tierra? ¿Cuál es su nombre y el de su hijo, si es que lo sabes? 5Las palabras de Dios son de fiar, él es escudo para los que esperan en él. 6No añadas nada a sus palabras, te replicará y quedarás por mentiroso. 7Dos cosas te he pedido, no me las niegues antes de morir: 8aleja de mí falsedad y mentira; no me des riqueza ni pobreza, concédeme mi ración de pan; 9no sea que me sacie y reniegue de ti, diciendo: «Quién es el Señor?»; no sea que robe por necesidad y ofenda el nombre de mi Dios. 10No calumnies a un criado ante su amo, te maldecirá y sufrirás las consecuencias. 11Hay quienes maldicen a su padre y niegan la bendición a su madre; 12hay quienes presumen de puros y no han limpiado su inmundicia; 13hay quienes miran altaneros y dirigen miradas de desprecio; 14hay quienes tienen espadas por dientes y mandíbulas igual que cuchillos, para devorar a los pobres del país, a los más necesitados de la tierra. 15Dos hijas tiene la sanguijuela, y las dos se llaman «Dame». Hay tres cosas que nunca se sacian y cuatro que no dicen «Basta»: 16el Abismo, el seno estéril, la tierra, que no se harta de agua, y el fuego, que jamás dice «Basta». 17Al hijo que se burla del padre y desprecia la vejez de su madre, los cuervos le sacarán los ojos y las águilas lo devorarán. 18Hay tres cosas que me desbordan y cuatro que no logro entender: 19el camino del águila por el cielo, el camino de la serpiente sobre la roca, el camino del barco en alta mar, el camino del hombre con la mujer. 20Esta es la conducta de la adúltera: come, se lava la boca y dice: «No he hecho nada malo». 21Hay tres cosas que conmueven la tierra y cuatro que no puede soportar: 22esclavo que llega a rey, necio harto de pan, 23aborrecida que llega a casarse y criada que pasa a ser señora. 24Hay cuatro seres pequeños que son más sabios que los sabios: 25las hormigas, pueblo sin poder, que en verano acumulan provisiones; 26los tejones, pueblo sin vigor, que hacen su guarida en las rocas; 27las langostas, que no tienen rey, y avanzan todas en formación; 28las lagartijas, que se cogen con la mano, y habitan en palacios reales. 29Hay tres seres de andar majestuoso y cuatro de elegante caminar: 30el león, la más fuerte de las fieras, que no retrocede ante nada; 31el gallo orgulloso, el chivo, y el rey al frente de su pueblo. 32Si tu necedad te ha llevado a la soberbia, reflexiona y cierra la boca: 33apretando la leche se saca requesón, apretando la nariz se saca sangre, apretando la ira se saca discordia.

Capítulo 31

1Palabras de Lemuel, rey de Masá, que le enseñó su madre: 2¡Qué quieres que te diga, hijo mío, hijo de mis entrañas y mis promesas! 3No gastes tu fuerza con mujeres, tu vigor con las que destruyen reyes. 4No es propio de reyes, Lemuel, no es de reyes entregarse al vino, ni de príncipes darse a la bebida; 5pues beben y se olvidan de las leyes, desatienden el derecho del indefenso. 6Ofrece licor al desgraciado, vino al que se siente abatido; 7que beba y olvide su miseria, y ya no se acuerde de sus penas. 8Sé voz de quien no tiene voz, defensor del hombre desvalido, 9pronuncia sentencias justas, defiende al pobre desprotegido. 10 (Álef) Una mujer fuerte, ¿quién la hallará? Supera en valor a las perlas. 11(Bet) Su marido se fía de ella, pues no le faltan riquezas. 12(Guímel) Le trae ganancias, no pérdidas, todos los días de su vida. 13(Dálet) Busca la lana y el lino y los trabaja con la destreza de sus manos. 14(He) Es como nave mercante que importa el grano de lejos. 15(Vau) Todavía de noche, se levanta a preparar la comida a los de casa y repartir trabajo a las criadas. 16(Zain) Examina un terreno y lo compra, con lo que gana planta un huerto. 17(Jet) Se ciñe la cintura con firmeza y despliega la fuerza de sus brazos. 18(Tet) Comprueba si van bien sus asuntos, y aun de noche no se apaga su lámpara. 19(Yod) Aplica sus manos al huso, con sus dedos sostiene la rueca. 20(Kaf) Abre sus manos al necesitado y tiende sus brazos al pobre. 21(Lámed) Si nieva, no teme por los de casa, pues todos llevan trajes forrados. 22(Mem) Ella misma se hace las mantas, se viste de lino y de púrpura. 23(Nun) En la plaza respetan al marido cuando está con los jefes de la ciudad. 24(Sámek) Teje prendas de lino y las vende, provee de cinturones a los comerciantes. 25(Ayin) Se viste de fuerza y dignidad, sonríe ante el día de mañana. 26(Pe) Abre la boca con sabiduría, su lengua enseña con bondad. 27(Sade) Vigila la marcha de su casa, no come su pan de balde. 28(Qof) Sus hijos se levantan y la llaman dichosa, su marido proclama su alabanza: 29(Res) «Hay muchas mujeres fuertes, pero tú las ganas a todas». 30(Sin) Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura; la que teme al Señor merece alabanza. 31(Tau) Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en público.