1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14

Capítulo 1

1Palabra del Señor a Oseas, hijo de Beerí, en los tiempos de Ozías, Jotán, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá, y de Jeroboán, hijo de Joás, rey de Israel. 2Comienzo de lo que dijo el Señor por medio de Oseas. Dijo el Señor a Oseas: «Ve, despósate con una mujer ligada a la prostitución y acepta los hijos de su prostitución, porque el país no hace sino prostituirse, apartándose del Señor». 3Él fue y se desposó con Gómer, hija de Diblaín, que concibió y dio a luz un hijo. 4El Señor le dijo: «Ponle de nombre Yezrael, pues dentro de poco pediré cuentas a la descendencia de Jehú por los crímenes de Yezrael, y pondré fin a la monarquía de la casa de Israel. 5Aquel día quebraré el arco de Israel en el valle de Yezrael». 6Ella volvió a concebir y dio a luz una hija. Y el Señor le dijo: «Ponle de nombre “No compadecida”, porque ya no tendré más compasión de la casa de Israel ni los soportaré más. 7Pero tendré compasión de la casa de Judá y los salvaré por obra del Señor su Dios. No los salvaré por medio del arco, de la espada y la guerra, con caballos y caballeros». 8Apenas había destetado a «No compadecida» cuando ella concibió y dio a luz un hijo. 9Y el Señor le dijo: «Ponle de nombre “No mi pueblo”, porque ni vosotros sois mi pueblo, ni yo existo para vosotros».

Capítulo 2

1«El número de los hijos de Israel será como la arena del mar que no se puede medir ni contar; y en el lugar donde se decía de ellos “vosotros no sois mi pueblo”, se dirá de ellos: “¡Hijos del Dios viviente!”. 2Los hijos de Judá y los hijos de Israel se reunirán, y se elegirán un único jefe. Crecerán desde la tierra. Sí, magnífico será el día de “Dios siembra”. 3Decid a vuestros hermanos: “Pueblo mío”, y a vuestras hermanas: “Compadecida”». 4«Acusad, a vuestra madre, acusadla, porque ella ya no es mi mujer ni yo soy su marido; para que aparte de su rostro la prostitución y sus adulterios de entre sus pechos. 5Si no, la despojaré dejándola desnuda, la dejaré como el día de su nacimiento, la convertiré en un desierto, la dejaré como una tierra árida, la mataré de sed. 6No tendré compasión de sus hijos, porque son hijos de prostitución. 7Sí, su madre se ha prostituido. Se cubrió de vergüenza la que los concibió, cuando decía: “Me iré detrás de mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mis bebidas”. 8Por eso yo cierro tu camino con espinos, lo rodeo de una cerca, no encontrará sus senderos. 9Perseguirá a sus amantes pero no los alcanzará, los buscará sin encontrarlos. Entonces se dirá: “Voy a volver a mi primer marido, porque estaba entonces mejor que ahora”. 10Y es que ella no comprendía que era yo quien le había dado trigo, mosto y aceite virgen, quien le había prodigado plata y oro: los convirtieron en ídolos. 11Por eso volveré a recuperar mi trigo en su sazón, el mosto en su estación; le arrancaré mi lana y mi lino, que cubrían su desnudez. 12Entonces descubriré su infamia a la vista de sus amantes, y nadie la salvará de mi mano. 13Pondré fin a toda su alegría: su fiesta, su novilunio y su sábado, a todas sus celebraciones. 14Devastaré su viña y su higuera, de las que decía: “Son mi salario, me lo dieron mis amantes”. Las convertiré en selva, las devorará el animal salvaje. 15Le pediré cuentas de los días en que quemaba incienso a los ídolos. Ataviada con su anillo y su collar, corría detrás de sus amantes, y a mí, me olvidaba» —oráculo del Señor—. 16«Por eso, yo la persuado, la llevo al desierto, le hablo al corazón, 17le entrego allí mismo sus viñedos, y hago del valle de Acor una puerta de esperanza. Allí responderá como en los días de su juventud, como el día de su salida de Egipto. 18Aquel día —oráculo del Señor— me llamarás “esposo mío”, y ya no me llamarás “mi amo”. 19Apartaré de su boca los nombres de los baales, y no serán ya recordados por su nombre. 20Aquel día haré una alianza en su favor, con las bestias del campo, con las aves del cielo, y los reptiles del suelo. Quebraré arco y espada y eliminaré la guerra del país, y haré que duerman seguros. 21Me desposaré contigo para siempre, me desposaré contigo en justicia y en derecho, en misericordia y en ternura, 22me desposaré contigo en fidelidad y conocerás al Señor. 23Aquel día yo responderé —oráculo del Señor—, yo responderé con los cielos, y ellos responderán a la tierra. 24La tierra responderá con el trigo, el mosto y el aceite nuevo, y ellos responderán a “Dios-siembra”. 25Yo la sembraré para mí en el país, tendré compasión de “No compadecida”, y diré a “No mi pueblo”: “Tú eres mi pueblo”; y él dirá: “Mi Dios”».

Capítulo 3

1El Señor me dijo: —Ve otra vez y ama a una mujer, amada por su amigo y adúltera, como ama el Señor a los hijos de Israel, aunque ellos se vuelven hacia otros dioses, que se complacen con las tortas de uvas. 2Así pues yo me la compré por quince piezas de plata y más de un quintal de cebada. 3Y le dije: —Durante mucho tiempo te quedarás reservada para mí. No te prostituirás, no serás de ningún hombre, ni yo me acercaré a ti. 4Porque largo tiempo quedarán los hijos de Israel sin rey ni autoridad, sin sacrificio ni estela, sin amuletos ni dioses domésticos. 5Después retornarán los hijos de Israel y buscarán al Señor, su Dios, y a David su rey. Acudirán con temor al Señor y a sus bienes en la sucesión de los días.

Capítulo 4

1¡Escuchad la palabra del Señor, hijos de Israel! El Señor tiene un proceso contra los habitantes del país, porque falta fidelidad y falta amor, falta el conocimiento de Dios en el país. 2Se multiplican juramento y mentira, asesinato, robo y adulterio, y el crimen limita con el crimen. 3Por eso está de luto el país, y languidecen sus habitantes, junto con los animales del campo y las aves del cielo. ¡Si hasta los peces desaparecen del mar! 4Pero que nadie acuse, nadie critique. ¡Contra ti va mi pleito, sacerdote! 5Tropiezas de día, y también tropieza el profeta contigo de noche. Reduzco a tu madre al silencio. 6Perece mi pueblo por falta de conocimiento. Ya que tú rechazaste el conocimiento, yo te rechazo de mi sacerdocio; ya que olvidaste la enseñanza de tu Dios, también yo me olvido de tus hijos. 7Cuantos más eran, más pecaban contra mí, cambiaré su gloria en ignominia. 8Se alimentan del pecado de mi pueblo, ansían el fruto de su pecado. 9¡Como el pueblo, así el sacerdote! Le pediré cuentas de sus andanzas, le retribuiré según sus obras: 10comerán, pero no se saciarán, se prostituyeron pero no se multiplicarán, porque abandonaron al Señor. 11Prostitución, vino y mosto poseen el corazón. 12Mi pueblo consulta a su madero, su cayado lo instruye. La pasión de la prostitución los ha extraviado, se prostituyen alejándose del abrigo de su Dios. 13Sacrifican sobre la cumbre de los montes, queman incienso sobre las colinas, al abrigo de la encina, del álamo y del terebinto, porque su sombra es buena. ¡Por eso se prostituyen vuestras hijas y vuestras nueras cometen adulterio! 14No pediré cuentas a vuestras hijas si se prostituyen, ni a vuestras nueras si cometen adulterio: porque son ellos, los sacerdotes, los que se van con prostitutas y sacrifican con las consagradas. ¡Y un pueblo que no comprende, se pierde! 15Si tú te prostituyes, Israel, que Judá no incurra en culpa. No vayáis a Guilgal, no subáis a Betavén, no juréis «por vida del Señor». 16Puesto que Israel se empecinó como una vaca obstinada, ¿puede apacentarlos el Señor como a cordero en la pradera? 17Efraín está ligado a los ídolos. ¡Olvídalo! 18Se ha vuelto a su embriaguez, se entregó a la prostitución, sus jefes se apasionan por la infamia. 19La pasión los estrecha entre sus alas, y se cubren de vergüenza sus altares.

Capítulo 5

1¡Escuchad, sacerdotes! Atención, casa de Israel! Corte del rey, prestad oídos: ¡Contra vosotros es el proceso! Porque fuisteis una trampa en Mispá y un lazo tendido en el Tabor. 2Llevaron al colmo las inmolaciones en Sitín. Yo soy una advertencia para todos. 3Yo conozco a Efraín, Israel no se me oculta. Ahora has inducido a Efraín a prostituirse, se ha manchado Israel. 4Sus acciones no les permiten volver a su Dios, porque la pasión de la prostitución está en ellos y desconocen al Señor. 5La soberbia de Israel ha testimoniado contra ellos, Israel y Efraín tropiezan por sus faltas, hasta Judá tropieza con ellos. 6Con su rebaño y su ganado irán a buscar al Señor, pero no lo encontrarán: se despojó de ellos. 7Traicionaron al Señor engendrando bastardos. Ahora los devorará la luna nueva, a ellos con su herencia. 8¡Tocad el cuerno en Guibeá, la trompeta en Ramá! ¡Suene la alarma en Betavén, al estilo de Benjamín! 9Efraín quedará en ruinas el día del castigo. Lo anuncio como cosa segura entre las tribus de Israel. 10Las autoridades de Judá han sido como los que desplazan los linderos. Sobre ellos derramaré mi furor como agua. 11Efraín está oprimido, quebrantado su derecho porque prefirió conducirse según sus propias normas. 12Yo soy como tiña para Efraín, como podredumbre para la casa de Judá. 13Efraín ha visto su enfermedad y Judá su úlcera. Y así Efraín se dirigió a Asiria y envió un mensaje al Gran Rey. Pero este no puede sanaros, ni curar vuestra llaga. 14Pero yo soy como un león para Efraín, y como un cachorro de león para la casa de Judá. Yo, yo desgarro la presa y me marcho, la llevo conmigo, nadie podrá salvarla. 15Me voy, me vuelvo a mi guarida hasta que expíen su falta y me busquen. En su angustia me buscarán, diciendo:

Capítulo 6

1«Vamos, volvamos al Señor. Porque él ha desgarrado, y él nos curará; él nos ha golpeado, y él nos vendará. 2En dos días nos volverá a la vida y al tercero nos hará resurgir; viviremos en su presencia 3y comprenderemos. Procuremos conocer al Señor. Su manifestación es segura como la aurora. Vendrá como la lluvia, como la lluvia de primavera que empapa la tierra». 4¿Qué haré de ti, Efraín, qué haré de ti, Judá? Vuestro amor es como nube mañanera, como el rocío que al alba desaparece. 5Sobre una roca tallé mis mandamientos; los castigué por medio de los profetas con las palabras de mi boca. Mi juicio se manifestará como la luz. 6Quiero misericordia y no sacrificio, conocimiento de Dios, más que holocaustos. 7Mas ellos, cual Adán, transgredieron la alianza, así me fueron infieles. 8Galaad es villa de malhechores con rastros de sangre. 9Como bandoleros al acecho, la banda de los sacerdotes asesina en el camino de Siquén, como habían previsto en sus planes. 10En la casa de Israel he visto una cosa horrible: allí se prostituye Efraín, se contamina Israel. 11¡Tú también Judá, te estás preparando una cosecha! Cuando quería cambiar el destino de mi pueblo,

Capítulo 7

1cuando quería curar a Israel, se reveló la falta de Efraín y los crímenes de Samaría. Sí, ellos practican la mentira: un ladrón entra en la casa, la banda se despliega fuera. 2Y no piensan que yo recuerdo todas sus maldades. Sus acciones han terminado por encadenarlos, están en mi presencia. 3Con su maldad regocijan al rey, con sus engaños, a los funcionarios. 4Todos ellos son adúlteros, un horno ardiente que el panadero descuida, desde que prepara la masa hasta que esta fermenta. 5En el día de nuestro rey las autoridades se enferman por los vapores del vino. ¡Él tiende su mano a los socarrones! 6Se acercan, al acecho, su corazón como un horno. ¡Toda la noche ha dormido el panadero! Por la mañana arde como fuego llameante. 7Todos están ardientes, como el horno. Devoran a sus jueces, todos sus reyes han sucumbido. ¡No hay entre ellos quien me invoque! 8Efraín se mezcla con los pueblos, Efraín es una torta mal volteada. 9Extranjeros devoran su energía y él no lo reconoce. La vejez se extiende sobre él, y él no lo reconoce. 10La soberbia de Israel testimonia contra él. Pero no han vuelto al Señor su Dios, y a pesar de todo no lo buscan. 11Efraín es como una paloma, ingenua y sin cordura. Invocan a Egipto, marchan hacia Asiria. 12Mientras van de camino arrojaré mi red sobre ellos, los haré descender como al ave del cielo, los atraparé cuando oiga que están reunidos. 13¡Ay de ellos, que huyeron lejos de mí! Serán eliminados por rebelarse contra mí. Yo quería liberarlos, pero ellos decían mentiras contra mí. 14No clamaron a mí de corazón. Mientras se lamentaban en sus lechos, se agitaban por el pan y por el mosto, se rebelaban contra mí. 15Yo había dirigido y fortificado sus brazos, pero ellos maquinaban el mal contra mí. 16No se vuelven hacia lo alto, son como un arco sin tensar. Caerán por la espada sus autoridades, por su lenguaje insolente. Serán el hazmerreír de Egipto.

Capítulo 8

1A tus labios la trompeta, como un heraldo contra el templo del Señor, porque han transgredido mi alianza y se rebelaron contra mi ley. 2Me invocan gritando: «¡Dios de Israel, te conocemos!». 3Israel ha rechazado el pacto; el enemigo lo perseguirá. 4Han constituido reyes, sin contar conmigo, autoridades, y yo no sabía nada. Con su plata y con su oro se hicieron ídolos para establecer pactos. 5¡Tu becerro te ha rechazado, Samaría! Mi ira se inflamó contra ellos. ¿Hasta cuándo serán culpables 6de la suerte de Israel? ¡Un artesano lo ha hecho, pero eso no es un Dios! Sí, terminará hecho pedazos el becerro de Samaría. 7Puesto que siembran viento, cosecharán tempestades; «espiga sin brote no produce harina». Tal vez la produzca, pero la devorarán extranjeros. 8Israel ha sido devorado. Ahora están entre las naciones como un objeto indeseable. 9Cuando marcharon a Asiria, Efraín, un asno desbandado, se procuró amores. 10Aunque los consiga entre las naciones, ahora lo domestico. Sufrirán dentro de poco los dolores de parto por el tributo al rey de los señores. 11Efraín multiplicó los altares de pecado, y fueron para él altares de pecado. 12Para él escribo todos mis preceptos, son considerados cosa de otros. 13¡Sacrificios de carne asada! Sacrificaron la carne y se la comieron. El Señor no los acepta. Tiene presente su perversión y castiga sus pecados: deberán retornar a Egipto. 14Ha olvidado Israel a su Hacedor y ha edificado palacios. Judá multiplicó las ciudades fortificadas. Pero yo pegaré fuego a sus ciudades, y devorará sus fortalezas.

Capítulo 9

1No te alegres, Israel, no te goces como los otros pueblos, porque así te prostituyes apartándote de tu Dios. Haces el amor por un salario sobre todas las eras del trigo. 2La era y el lagar no se ocuparán de ellos. El mosto los engañará. 3No habitarán en la tierra del Señor. Efraín regresará a Egipto, y en Asiria comerán alimentos impuros. 4No harán más libaciones de vino al Señor, y no le agradarán sus sacrificios. Serán para ellos como pan de duelo, quienes lo comen quedan impuros. Su pan es solo para sus gargantas, no debe entrar en la casa del Señor. 5¿Qué podréis ofrecer en el día de la solemnidad, en el día de la fiesta del Señor? 6Mirad, partieron por causa de la devastación. Egipto los acoge, Menfis les da sepultura. Su tesoro de plata lo hereda la ortiga, el espino que crece en sus tiendas. 7Han llegado los días de rendir cuentas, han llegado los días de la represalia: que lo sepa Israel. El profeta es un insensato; el hombre de espíritu, un exaltado, por la magnitud de tu falta y la dimensión de tu hostilidad. 8El centinela de Efraín es un profeta que está con mi Dios: ¡arman una trampa de cazador en sus caminos, lo hostigan en la casa de su Dios! 9Han llegado al fondo de la corrupción, como en los días de Guibeá. El Señor tiene presente su perversión, pedirá cuentas de sus pecados. 10Como uvas en el desierto, encontré a Israel, como breva en la higuera, como su fruto primerizo, descubrí a vuestros padres. Nada más llegar a Baal Peor se consagraron a la ignominia. Se volvieron abominación, como su amado. 11¡Efraín! Como un ave volará lejos su Gloria, sin nacimientos, sin embarazos, sin concepciones. 12Si acaso pueden criar a sus hijos, los privaré de ellos antes de hacerse hombres. ¡Ay de ellos, cuando de ellos me aparte! 13Efraín, cuando lo vi, era como roca plantada en la pradera. Ahora, en cambio, Efraín debe entregar sus hijos al verdugo. 14Dales, Señor… ¿Qué les darás? Dales un seno que aborte y pechos resecos. 15Toda su perversidad se concentró en Guilgal. Fue allí donde les cobré odio. Por sus malas acciones los expulsaré de mi casa. No los amaré más; todas sus autoridades son rebeldes. 16Efraín ha sido golpeado, en su raíz se va secando, no producirán fruto. Aunque den a luz, haré morir los tesoros de sus entrañas. 17Mi Dios los rechazará, porque no lo escucharon. Andarán errantes entre las naciones.

Capítulo 10

1Una viña arrasada es Israel, el fruto es como ella. Por la abundancia de sus frutos, multiplicó sus altares. Cuanto más rica era su tierra, más adornaban sus estelas. 2Su corazón es inconstante, así pues pagarán. Él mismo hará pedazos sus altares, demolerá sus estelas. 3Entonces dirán: no tenemos rey porque no tuvimos temor del Señor…, y el rey ¿que haría por nosotros? 4Pronunciar discursos, jurar en vano, establecer pactos…, y entre tanto, florecen los procesos como hierba venenosa en los surcos de los campos. 5Por las terneras de Betavén se estremecen los habitantes de Samaría. Su pueblo está de duelo por él, sus sacerdotes se agitan por él, por su gloria, porque ha sido deportado. 6También a él lo llevarán a Asiria, como oblación para el Gran Rey. Efraín cargará con la vergüenza, se avergonzará Israel de su decisión. 7Ha desaparecido el rey de Samaría, como una rama de la superficie del agua. 8Serán destruidos los altozanos de la Iniquidad, ¡pecado de Israel! Espino y maleza crecerán sobre sus altares. Dirán a las montañas: «Cubridnos», y a las colinas: «Caed sobre nosotros». 9Desde los días de Guibeá pecaste, Israel, y en el pecado permanecieron, pensando que no los alcanzaría en Guibeá la guerra contra los perversos. 10Quiero corregirlos: se unirán contra ellos los pueblos por haberse apegado a sus dos crímenes. 11Efraín había sido una ternera domesticada, le gustaba trillar. Yo pasé mi mano por su fuerte cerviz: «Unciré a Efraín, Judá abrirá el surco, Jacob rastrillará con él». 12Sembrad con justicia, recoged con amor. Poned al trabajo un terreno virgen. Es tiempo de consultar al Señor, hasta que venga y haga llover sobre vosotros la justicia. 13Habéis cultivado la maldad, cosechado la perversión, comido el fruto del engaño. Porque confiaste en tus decisiones, y en tus numerosos guerreros, 14por eso se alza un tumulto de guerra contra tu pueblo y todas tus fortalezas son devastadas, como Salmán devastó Betarbel en el día del combate, cuando una madre era despedazada sobre sus hijos. 15Esto es lo que ha hecho Betel por vosotros, a causa de vuestra extrema maldad. Al alba, habrá desaparecido para siempre el rey de Israel.

Capítulo 11

1Cuando Israel era joven lo amé y de Egipto llamé a mi hijo. 2Cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí: sacrificaban a los baales, ofrecían incienso a los ídolos. 3Pero era yo quien había criado a Efraín, tomándolo en mis brazos; y no reconocieron que yo los cuidaba. 4Con lazos humanos los atraje, con vínculos de amor. Fui para ellos como quien alza un niño hasta sus mejillas. Me incliné hacia él para darle de comer. 5Volverán a la tierra de Egipto, Asiria será su rey, ya que rehusaron convertirse. 6Se abatirá la espada sobre sus ciudades, aniquilará sus defensas, los devorará por culpa de sus decisiones. 7Mi pueblo está sujeto a su apostasía. También claman hacia lo alto pero el ídolo no puede salvarlos. 8¿Cómo podría abandonarte, Efraín, entregarte, Israel? ¿Podría entregarte, como a Admá, tratarte como a Seboín? Mi corazón está perturbado, se conmueven mis entrañas. 9No actuaré en el ardor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraín, porque yo soy Dios, y no hombre; santo en medio de vosotros, y no me dejo llevar por la ira. 10Marcharán detrás del Señor: como un león rugirá. (Rugirá y temblará la gente de Occidente). 11Temblarán como un pájaro al regreso de Egipto, como una paloma, desde la tierra de Asiria. Yo los haré habitar en sus casas —oráculo del Señor —.

Capítulo 12

1Israel me ha rodeado de calumnias, de engaño, la casa de Israel. Pero Judá todavía está con Dios y es fiel al Santo. 2Efraín pastorea el viento, persigue el viento del este todo el día, falsedad y pillaje multiplica. Hasta han hecho una alianza con Asiria, y ofrecen aceite a Egipto. 3El Señor tiene un pleito contra Israel, pide cuentas a Jacob de su conducta, le retribuirá como merecen sus acciones. 4En el seno materno suplantó a su hermano, y en la edad adulta luchó con Dios. 5Luchó con el ángel y lo pudo, él lloró y le suplicó. En Betel lo encuentra, allí habla con nosotros: 6Señor, Dios del universo, «Señor» es su nombre. 7Tú regresarás por obra de tu Dios. Procede con amor y con justicia y confía siempre en tu Dios. 8Canaán utiliza una balanza trucada, le gusta sacar ventajas. 9Y Efraín dice: «Ciertamente me he enriquecido, he adquirido una fortuna; en todo lo que he hecho no me encontrarán culpa ni pecado». 10Pero yo soy el Señor tu Dios, desde la tierra de Egipto. Te haré habitar de nuevo en tiendas, como en los días del encuentro. 11Hablaré contra los profetas; yo multiplicaré las visiones, y por medio de los profetas te destruiré. 12Si Galaad es una ignominia, tanto más es corrupción el sacrificio de toros en Guilgal; sus altares son como escombros en los surcos del campo. 13Huyó Jacob a los campos de Arán, por una mujer sirvió Israel, y por una mujer vigiló los rebaños. 14Pero por un profeta hizo salir el Señor a Israel de Egipto, y por un profeta fue vigilado. 15Efraín irritó amargamente a su Señor; él lo abandonará a sus crímenes, y le devolverá sus ultrajes.

Capítulo 13

1Cuando hablaba Efraín inspiraba terror en Israel, pero se hizo culpable por Baal y pereció. 2Y sin embargo continúan pecando y se fabrican estatuas fundidas, con su plata hacen ídolos, según su destreza: todo obra de artesanos. Se les dice: «Sacrificadle; hombres besan a becerros». 3Por eso serán como nube mañanera, como el rocío que temprano se disipa, como paja que se arremolina lejos de la era, como humo que escapa por una abertura. 4Pero yo soy el Señor, tu Dios, desde la tierra de Egipto, y no conoces a otro dios fuera de mí, ni a otro salvador, sino a mí. 5Yo te conocí en el desierto, en una tierra ardiente. 6Cuando tenían grano se saciaban, se saciaban y se ensoberbecía su corazón; por eso me olvidaron. 7Yo me volví para ellos como un leopardo, como una pantera espiaba su camino. 8Los atacaré como una osa privada de sus crías, desgarraré las membranas de su corazón, los devoraré allí mismo como una leona, una bestia salvaje que los despedaza. 9Voy a aniquilarte, Israel, ¿quién será tu ayuda? 10¿Dónde, dónde está tu rey, que debía salvarte en todas tus ciudades, dónde tus jueces, a los que decías: «Dame un rey y autoridades»? 11Te doy un rey en mi cólera, y te lo quito en mi furor. 12La culpa de Efraín está asegurada, a buen recaudo su pecado. 13Le llegarán los dolores de la parturienta, pero su hijo será torpe: cuando llegue el momento, no acudirá a la salida del seno. 14¿Los rescataré del poder del Abismo? ¿Los libraré de la muerte? ¿Dónde está tu fetidez, muerte? ¿Dónde está tu contagio, Abismo? La compasión se oculta a mis ojos. 15Aunque florezca entre carrizos, llegará el viento del este, el viento del Señor se levantará desde el desierto, y secará su manantial, agotará su fuente; saqueará su tesoro, todos los objetos preciosos.

Capítulo 14

1Culpable es Samaría, porque se ha rebelado contra su Dios. Por la espada caerán, sus vástagos serán estrellados y sus mujeres encintas abiertas en canal. 2Vuelve, Israel, al Señor tu Dios, porque tropezaste por tu falta. 3Tomad vuestras promesas con vosotros, y volved al Señor. Decidle: «Tú quitas toda falta, acepta el pacto. Pagaremos con nuestra confesión: 4Asiria no nos salvará, no volveremos a montar a caballo, y no llamaremos ya “nuestro Dios” a la obra de nuestras manos. En ti el huérfano encuentra compasión». 5«Curaré su deslealtad, los amaré generosamente, porque mi ira se apartó de ellos. 6Seré para Israel como el rocío, florecerá como el lirio, echará sus raíces como los cedros del Líbano. 7Brotarán sus retoños y será su esplendor como el olivo, y su perfume como el del Líbano. 8Regresarán los que habitaban a su sombra, revivirán como el trigo, florecerán como la viña, será su renombre como el del vino del Líbano. 9Efraín, ¿qué tengo que ver con los ídolos? Yo soy quien le responde y lo vigila. Yo soy como un abeto siempre verde, de mí procede tu fruto». 10¿Quién será sabio, para comprender estas cosas, inteligente, para conocerlas? Porque los caminos del Señor son rectos: los justos los transitan, pero los traidores tropiezan en ellos.